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Durante su gira en España le reclaman por la muerte de activistas

Las protestas por la militarización del territorio mexicano siguen al Presidente
Enviada y corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 18 de mayo de 2010, p. 12

Madrid, 17 de mayo. Como ya es habitual en sus salidas al extranjero, el presidente de México, Felipe Calderón, y su esposa, Margarita Zavala, fueron objeto de una protesta de un grupo de activistas mexicanos y europeos, que condenaron la militarización del país y, sobre todo, la pasividad del gobierno ante los asesinatos de defensores de los derechos humanos en Oaxaca.

Al grito de gobierno mexicano, asesino y Oaxaca vive, la lucha sigue, fueron recibidos en la sede del Instituto Cervantes tanto el jefe del Ejecutivo mexicano como su esposa, que llegó una hora antes.

A pesar del hermético cordón policial y de que tanto la cancillería mexicana como la propia Presidencia de la República mantienen en secreto la agenda de actos públicos, Calderón volvió a escuchar gritos de desaprobación y repulsa a su política de derechos humanos y a las consecuencias de la militarización en la población civil.

En todos sus viajes a España como presidente, Calderón ha sido objeto de protestas similares, ya sea por los cuestionamientos a la forma en que llegó al poder o por su estrategia de militarización del país y de criminalización de los movimientos sociales.

En esta ocasión el reducido grupo –alrededor de 20 personas– se camufló entre los curiosos y las decenas de policías –uniformados y encubiertos– que rodearon la sede central de Instituto Cervantes para el acto de inauguración del foro España-México. La sorpresa y el nerviosismo se apoderaron de los responsables de la seguridad cuando llegó la señora Zavala, acompañada de la esposa del embajador de México en España, Jorge Zermeño, y una docena de personas comenzaron a gritar: gobierno mexicano, asesino, No a la impunidad y México no es cuartel, fuera Éjército de él.

Uno de los manifestantes, mexicano y vinculado a la defensa de los derechos humanos, se acercó incluso a unos pasos de la esposa del mandatario, mientras portaba un cartel con un dibujo con el rostro de Calderón con los ojos rojos y la boca ensangrentada, aparentando un vampiro, en alusión a su estrategia antinarco, que ha provocado tantos muertos en el país.

Zavala se limitó a girar la mirada, hacer un gesto de hartazgo y meterse rápidamente en el inmueble, acompañada de su directora, Carmen Caffarel.

Los manifestantes fueron de inmediato acordonados por un nutrido grupo de agentes antidisturbios, que incluso empujaron a alguno y los fueron orillando a unos 50 metros de la puerta donde todavía tenían prevista la llegada tanto de Calderón como de los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia.

A la llegada de Calderón, los vehículos que lo custodiaban hicieron sonar al unísono las sirenas, para evitar que escuchara los gritos de protesta, pero de nuevo un grupo de cinco manifestantes sorprendió a los policías tras haberse camuflado entre un grupo de curiosos españoles que esperaban la llegada de los príncipes. De nuevo volvieron a gritar las consignas contra el gobierno mexicano y contra la militarización del país.

Adrián Ramírez López, presidente de la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos y uno de los manifestantes, explicó que “la política de militarización que está siguiendo el gobierno de México es equivocada. Las políticas de combate a la delincuencia deben ser integrales.

“La situación que se ha dado en Chihuahua, sobre todo en Ciudad Juárez, demuestra que la presencia militar no ha logrado disuadir ni atenuar el problema gravísimo que vivimos de la violencia. Mientras tanto, son ya entre 22 mil y 25 mil las personas ejecutadas en esta lucha. Es un genocidio que se está cometiendo en contra del pueblo de México, y sobre todo en las poblaciones marginales.”

También lamentaron la situación que se crea a raíz de la desaparición de Diego Fernández de Cevallos, que lo único que pone de manifiesto es la grave crisis política interna que vivimos.