Santiago de Anaya, Hgo., 15 de mayo. En 98 por ciento de las comunidades indígenas de los estados de México, Morelos, Veracruz y San Luis Potosí, además del Distrito Federal, van en aumento las agresiones contra mujeres, reveló la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas (Conami).

Esta es una de las primeras conclusiones a que han llegado indígenas del centro del país que realizan en este municipio un encuentro regional, con el propósito de buscar soluciones para evitar discriminación, agresiones y que sean tomadas en cuenta en los proyectos de desarrollo del país.

Fabiola Jurado, integrante de la Conami, dijo que en Hidalgo, con una población indígena de 600 mil personas, diariamente se reportan más de 300 denuncias, ya sea por maltrato físico, sicológico o económico contra mujeres nativas, principalmente en las regiones valle del Mezquital, huasteca y otomí-tepehua.

Otro tipo de violencia que sufre el sector femenil indígena es la discriminación. En la región suman dos millones de mujeres, de las cuales un 60 por ciento se emplean en el comercio informal o quehaceres domésticos, pues son rechazadas al solicitar trabajo en el sector público o privado, por no contar con estudios, ni siquiera de primaria o, en el peor de los casos, porque son analfabetas.

Marcela Ramírez, fundadora de la Asociación de Mujeres Indígenas para el Desarrollo Integral, consideró que entre la población femenil indígena aún es débil la cultura de la denuncia o casi inexistente frente a los casos de violencia.

Manifestó que la idiosincrasia o las costumbres de las indígenas es un marcado impedimento para que puntual y oportunamente recurran al auxilio de las autoridades, cuando sufren cualquier tipo de maltrato.

Patricia Zermeño Ayala, presidenta del Sistema Municipal de Desarrollo Integral de la familia de Santiago de Anaya, aseguró que en este municipio a diario se registran hasta tres casos de violencia física contra madres indígenas a consecuencia del machismo.

Aquí, algunas mujeres aún piensan que es normal que las golpeen sus parejas; otras, por miedo, no recurren a las instancias correspondientes para presentar sus quejas, refirió.

Entre las asistentes se encuentra Alberta, nativa de la Huasteca potosina; hasta hace un año, durante media década, era víctima de severas golpizas, por parte de su esposo, “bueno pa’l trago, pero no pa’ trabajar”. Cansada de tanto abuso y alentada por los parientes de su golpeador marido, Alberta decidió denunciarlo ante las autoridades.

Mientras el esposo está en la cárcel, hoy, la mujer organiza reuniones con mujeres indígenas para ayudar un poquito en el impulso de una cultura de la denuncia.