altará mucho, pero la discusión ya es pública. En estas páginas vemos diferentes expresiones relacionadas con las elecciones de 2012 y, en especial, la candidatura presidencial.
Quiero referirme ante todo a las reglas
. El Partido de la Revolución Democrática del Distrito Federal cuestiona la forma en que la dirección nacional de ese instituto opera el proceso de refrendo y afiliación de sus miembros: lo pone en manos de una empresa privada (para izquierda que vemos, no sólo acepta o promueve privatizaciones de entidades públicas, sino del funcionamiento del partido mismo).
También se quejó la dirección del Distrito Federal de que Jesús Ortega quiera mantenerse después del 5 de diciembre, con el pretexto de que no hay seguridad en la membresía cuando se haga el siguiente cierre
en septiembre.
La empresa llamada Gana contratará al personal, proporcionará el soporte tecnológico, software y resguardo de la base de datos. Lo que más motiva protestas contra este procedimiento es que el dispositivo y el tiempo disponibles alcanzan para dar credenciales a 210 mil personas en toda la ciudad, cuando la vez pasada, sólo en Iztapalapa, se registraron 260 mil.
Si así está esto ahora, ¿cómo se van a poner las cosas cuando ya esté cerca la definición del candidato presidencial?
Se empieza a sugerir un peculiar argumento por algunos posibles aspirantes a la grande
. Bueno, parece que esta vez vamos a perder. No debían ponerse en mi camino, total. Pero las cosas no han sido así.
Lula fue candidato presidencial una y otra vez. Las primeras tres perdió. Pero no perdió tanto, porque llegó a la cuarta elección como el representante único y probado de la izquierda. Y la cuarta vez ganó. También la quinta; allá se vale una relección.
Es muy complicada la cuestión de la elección de un candidato de izquierda. No debería serlo, porque la vez pasada el abanderado, según coincide la izquierda, ganó. Aun si no hubiera habido fraude, el candidato de izquierda habría sacado una votación tremenda. Sin embargo, nadie en la izquierda va a decir que no hubo fraude. Pero vemos que no es cosa tan sencilla en cuanto a que no hay un solo candidato.
Las consideraciones, hasta aquí, se apoyan en hechos de más largo plazo. Años. Pero hay hechos que influyen en el estado de la izquierda y que son más inmediatos. Tal vez el hecho que más ha contado en la división de este sector de la sociedad es la alianza de un sector de la izquierda con el PRI, y sobre todo con el PAN, para las próximas elecciones de mitad del sexenio.
Si vemos las cosas más en perspectiva, esto también debería ser muy sencillo. ¿Cómo aliarse con una fuerza política que no sólo es de derecha, no sólo es lo contrario de la izquierda, sino que fue autora del fraude electoral? Sin embargo, el hecho de que una parte de la izquierda se alíe con ellos muestra que no es nada sencillo.
Hay quienes en aras de lograr puestos públicos hacen lo que sea. A veces es sólo la ilusión de ocupar cargos públicos, porque de todos modos van a perder y se dan de gratis la quemada
de haberse aliado con fuerzas que no sólo son de derecha, que no sólo hicieron fraude, sino que están tan quemados
con la gente que han perdido elecciones locales y estatales por todos lados.
Hay otro elemento: una parte de la izquierda se alió con el gobierno federal. Ya hablamos, en su momento, de que el 6 de enero se publicó en el Diario Oficial de la Federación un documento que, en los hechos, trataba de sustituir dos reglamentos que el Poder Legislativo había frenado con una controversia constitucional. Se trataba de que los contratos se pudieran dar con más libertad al contratista.
Se permite repartir grandes terrenos entre los contratistas. Y el hecho fue que, al plantear diputados de izquierda que se volviera a parar esto con otra controversia, una parte de los legisladores de la propia izquierda no los apoyó, y quedó junto al PRI y el PAN en el freno a esa controversia. Ni siquiera se abrió al proceso legislativo.
Estos y otros hechos que se dan en el corto plazo, de meses, tienden a dividir a la izquierda. Pero si vemos las cosas en una perspectiva mayor, de años, no sólo lo mejor, sino lo necesario para la izquierda es llegar con un candidato único. Y no debería haber duda sobre cuál es. Vamos a ver si, pasadas las elecciones, se aprenden las lecciones.