Recrimina a quienes regatean el sacrificio de las fuerzas armadas
Haremos valer contra el narco la fuerza legítima del Estado
Jueves 6 de mayo de 2010, p. 2
Puebla, Pue., 5 de mayo. El presidente Felipe Calderón recriminó a quienes regatean el sacrificio del Ejército, que llega incluso al martirio de muchos de sus integrantes en la lucha contra la delincuencia, y afirmó que el arrojo, la disciplina y la institucionalidad de la milicia los desmiente.
Contrastó esta postura con la de los ciudadanos que claman
por el respaldo de las fuerzas armadas, y lo consideró necesario mientras las autoridades civiles pueden reorganizarse, depurarse y fortalecerse para cumplir esa misión sin los militares.
La ley de seguridad nacional dará certidumbre jurídica
Con la banda presidencial al pecho, Calderón aprovechó la conmemoración de la Batalla de Puebla para elogiar al Senado por haber aprobado la ley de seguridad nacional, y confió en que la Cámara de Diputados seguirá el mismo camino, si así lo considera, porque dará certidumbre jurídica para todos y fortaleza a la acción.
En una larga jornada en la que estuvo acompañado por el gobernador priísta Mario Marín, Calderón hizo una reiterada defensa del Ejército Mexicano en momentos en que es severamente cuestionado por las recientes muertes de civiles en la lucha contra la delincuencia.
Rodeado por conscriptos del Servicio Militar Nacional y representantes de los tres poderes de la Unión en la plaza Ignacio Zaragoza, remarcó que el Ejército nació del pueblo y está comprometido al servicio de éste, razón por la cual está dedicado a las mejores causas de la sociedad.
Orador único en el acto cívico, lanzó un reproche: a pesar de los méritos ganados en su quehacer cotidiano, de su esfuerzo heroico e incluso del martirio de muchos de sus integrantes, hay quienes regatean los aportes, los logros y el sacrificio de las fuerzas armadas, o que ponen en duda su enorme contribución en la fortaleza de la República
.
Planteó que el arrojo, la disciplina y la institucionalidad desmienten día con día, precisamente, tales dudas o cuestionamientos o regateos
.
En relación con las exigencias de algunos sectores y especialistas de que se desista de mantener el Ejército en las calles e incluso replantee su combate contra la delincuencia, insistió en que no sólo vale la pena seguir adelante, sino hay hacerlo hasta alcanzar la victoria con el apoyo del pueblo, la fuerza del Estado y las instituciones.
Antes de colocar una ofrenda floral en el mausoleo de Zaragoza, hizo un parangón entre los tiempos de Benito Juárez y los actuales, en que el Estado mexicano sigue siendo baluarte de legalidad y es el que tiene el mandato constitucional, la obligación indeclinable de preservar la ley, el orden y la seguridad.
Se trata de hacer valer, mediante la fuerza legítima del Estado, que no hay otra autoridad, ley o fuerza en ningún punto del territorio mexicano que la autoridad, la ley y la fuerza legítima del Estado, y de las autoridades electas, precisamente, por el pueblo.
Como en el triunfo del Ejército Mexicano sobre el invasor de Francia hace 148 años, señaló que ha quedado demostrado que no importa quién sea el enemigo de México, ni su fama, fiereza o crueldad, ni las amenazas que profiere el poder que despliegue, porque en cada mexicano hay un patriota, un soldado, como dice el Himno Nacional.
Después, Calderón y Marín observaron juntos un desfile sobre el bulevar Héroes del 5 de Mayo, el cual estaba tapizado de propaganda del candidato panista a la gubernatura, Rafael Moreno Valle.
Por las medidas de seguridad en torno al Presidente, miles de personas quedaron tras las vallas y de los arcos detectores de metales, y recibieron gorras, manitas aplaudidoras y globos de colores azul y blanco de dicha campaña.
En su despedida, Mario Marín, apoyado por el gobierno federal, realizó un inusitado despliegue de recursos en la celebración, ya que, según el parte militar, participaron 31 mil 20 personas, incluyendo soldados y civiles, así como 40 charros y 165 vehículos.