a neurología es una de las especialidades médicas más difíciles, dada la complejidad del órgano más intrincado que existe, que es el cerebro. El examen neurológico contiene un amplio abanico de pruebas que le darán mayor certeza al especialista para poder hacer un diagnóstico diferencial adecuado, que le permita atender de la forma más eficaz, el problema que afecta al paciente. De entre estas estrategias está con frecuencia la necesidad de incluir pruebas que detecten el estado de las funciones corticales más elevadas. En este sentido, es necesario conocer sus capacidades de atención, concentración, memoria, claridad de pensamiento, etcétera. En otras palabras, es necesario frecuentemente conocer si su estado mental es normal o anormal, incluyendo su grado de estado confusional, lo cual denotaría su capacidad para pensar con la velocidad necesaria para su claridad y su coherencia, y conocer su grado de desorientación. La clínica neurológica, pues, entre las muchas otras atribuciones que tiene, puede diagnosticar si existen en el paciente algunas aberraciones mentales y conductuales.
En este sentido, yo me pregunto, ¿qué nivel de estado confusional debieron tener colectivamente aquellos diputados que aprobaron la extensión de los horarios hasta las cinco de la madrugada para los bares, antros o similares en la ciudad de México? Yo no sé exactamente quiénes votaron en favor de esa aberración, pero por lo leído en los periódicos, la lideresa del PRD, Alejandra Barrales, estuvo impulsando esto muy activamente, y yo, sin haber hablado con ella, sólo podría diagnosticarla como con un estado confusional elevado, el cual logró contagiarle a otros para que se aprobara lo que a todas luces es una verdadera estupidez. Para rematar, la susodicha diputada declara que con esa decisión se le dio certeza a la inversión y se asegura la vida nocturna. Yo me pregunto: ¿cuánto vale una vida? y ¿será más importante asegurar la vida nocturna que asegurar la integridad de las personas? Desde luego, según esto, los establecimientos tendrán que acatar 23 disposiciones, como si nosotros los ciudadanos nos chupáramos el dedo, pues desde este momento sabemos que no se cumplirá casi ninguna de ellas y que si se cumplen, será por un tiempo breve, e imperará la corrupción de siempre y la pérdida de memoria sobre todas las disposiciones que supuestamente tendrían que acatar. Está lamentablemente claro que los que votaron por la ampliación del horario tuvieron en su momento desorientación en el tiempo y el espacio, así como distorsiones, pues no lograron comprender lo que señaló el secretario de Salud del Distrito Federal, de que la reducción de horarios había disminuido los fallecimientos por accidentes automovilísticos en la madrugada. Quién creerá que la disposición (que no sé si sea obligatoria o no) de que si alguien en un antro está briago le impidan usar su auto y que esto se cumpla cabalmente. Los asambleístas realmente padecieron alteraciones de la percepción social.
Desde luego hay otras interpretaciones que se podrían asomar por ahí. ¿Cuánto tuvo que desembolsar la asociación que agrupa los antros para que les aprobaran lo que ellos estaban impulsando y a quién o quiénes les engordaron la cartera?, pues, según los periódicos, hubo mucho movimiento para que se lograra aprobar la ampliación a los establecimientos mercantiles. También quisiera yo ver cómo, cuándo y a qué hora cumplirán con la regla de emisiones de ruido. Ya me puedo imaginar a los inspectores con un decibelímetro, entrando a los antros todos los días y multando a los dueños que no cumplan con la disposición relacionada con el ruido. Más bien, se harán los sordos y recibirán su cuota mensual. Realmente de todo esto, lo único que sí queda claro es lo que llevo tiempo diciendo: a los diputados locales o federales lo último que les importa es el bienestar de los ciudadanos. Y para darme la razón, desafortunadamente habrá que esperar a que a partir de que entre en vigor el ordenamiento de ampliación empecemos a ver que las estadísticas de accidentes graves y fallecimientos aumente. Ojalá me equivoque, me daría gusto que eso sucediera. Por lo pronto, felicidades a los asambleístas que votaron en contra. Por lo menos hay algunos que no requieren de la clínica neurológica por esta vez.