Londres, 2 de mayo. El primer ministro británico, Gordon Brown, reconoció que pagó un alto precio por llamar a una seguidora laborista intolerante, y continuó este fin de semana con una frenética campaña en bastiones del Partido Laborista en esta capital.

La cobertura negativa de los medios apuntaba con mayor frecuencia a la pérdida del poder del laborismo después de 13 años.

El opositor Partido Conservador aventaja al grupo político gobernante en las encuestas, pero no lo suficiente como para ganar una mayoría directa.

Eso plantea la perspectiva de un Parlamento en que ningún partido tendrá mayoría absoluta, un resultado no visto desde 1974 y que preocupa a los mercados que temen obstaculice la toma de decisiones en un momento crítico para la economía.

En otro golpe a Brown, dos diarios se volvieron en su contra, incluido un importante periódico de inclinación izquierdista.

Brown admitió que pagó un precio muy alto por su error del miércoles, cuando calficó de intolerante a una tradicional votante laborista.

Un día después, el líder conservador, David Cameron, era declarado ganador del último de tres debates televisados, poniendo el viento a favor de los tories.

El sábado, The Times cambió su apoyo a los conservadores por primera vez desde 1992, y el alguna vez leal The Guardian respalda al tercer mayor partido de Gran Bretaña, el Liberal Demócrata.

No se espera que The Independent apoye al laborismo, mientras que el tradicional tabloide The Mirror relegó su cobertura de las elecciones a la página ocho.