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En Casa Lamm rindieron un homenaje póstumo al colaborador de La Jornada

Evocan la trascendencia de la labor poética, política y periodística de Montemayor

Carlos era tan auténtico, que el poder no lo deslumbraba, resaltó López y Rivas

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Ángel Guerra, Jazzamoart, Pablo Espinosa, Gilberto López y Rivas y Hugo Gutiérrez Vega, anteanoche, en la Casa Lamm, durante el foro sobre la vida y obra del maestro Carlos MontemayorFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Miércoles 28 de abril de 2010, p. 6

El foro político auspiciado por La Jornada y el Centro de Cultura Casa Lamm rindieron la noche del lunes un homenaje póstumo al escritor Carlos Montemayor, colaborador de esta casa editorial, fallecido el pasado 28 de febrero, en el que se abordaron aspectos de su vida y obra, como poesía, compromiso político, labor periodística y su calidad de amigo.

Primero en tomar la palabra, el poeta Hugo Gutiérrez Vega, director del suplemento La Jornada Semanal, expresó que no obstante su personalidad múltiple, Carlos es sobre todo un escritor y un humanista, porque es un escritor con sentido moral y una idea muy clara de sus obligaciones sociales y políticas. Asimismo, recalcó el enorme valor moral de la vida y obra de Carlos Montemayor.

Gutiérrez Vega habló de la formación clásica del homenajeado, su conocimiento de la mitología griega y su cercanía a los clásicos latinos. Acotó que Montemayor no consideró al escritor como un hombre inspirado ni talentoso, sino un artesano y un herrero. También “se zambulló en la Comedia de Dante, pero el ensayo que más me entusiasma es la poesía de los goliardos, aquellos maravillosos poetas populares de la Edad Media”.

Montemayor también se interesó por algunos poetas como Efraín Huerta. A veces, apuntó el ponente, “la poesía de compromiso político no es muy afortunada, pero el poeta –cuando tiene esa vocación, como la tenía Carlos, o como lo tenemos muchos– sabe perfectamente que todo es política y que la poesía forma parte del entorno histórico, genético”.

Tras leer un poema de Montemayor dedicado a la figura paterna, Gutiérrez Vega parafraseó al español Jorge Manrique para hablar de la tan pronta partida del escritor: Es una injusticia, no debía haberse ido, lo necesitamos todos, pero teníamos que decirle lo que don Jorge Manrique le decía a su padre, que aunque la vida perdió, dejónos harto consuelo sobre morir.

El moderador de la mesa, Ángel Guerra, subrayó la presencia de Susana de la Garza, viuda del homenajeado, y de familiares.

Gilberto López y Rivas, columnista de La Jornada, habló de su convivencia con el escritor en los dos años recientes al integrar ambos la comisión de intermediación entre el Ejército Revolucionario del Pueblo y el gobierno federal, la última de las grandes tareas políticas de Carlos.

Las reuniones semanales sirvieron para darse cuenta de la excepcionalidad de Montemayor, ya que podía ser amigo de todos, inclusive, de nuestros propios adversarios políticos. Reunía una personalidad tal, una forma de cautivar, que evidentemente trascendía.

De allí que lo eligieron vocero y como tal, en su trato con el poder, Carlos podía comer con el secretario de Gobernación, por ejemplo, y estábamos absolutamente seguros de que iba a salir tan auténtico como entraba. No lo deslumbraba el poder.

El privilegio de su amistad

Aunque nunca le preguntaron por qué estás aquí, para López y Rivas el escritor vio en la comisión “la posibilidad de entregarse a ese México bronco de alguna manera, sin que esto necesariamente tenga que ver con alguna simpatía hacia la organización en concreto. Pero nadie mejor que él para entender por qué hay grupos armados en este país.

Carlos deja un legado no sólo en la literatura, en la poesía, en el canto, sino también en la vida política de un México insurgente, en rebeldía y en revolución.

Pablo Espinosa, jefe de la sección cultural de La Jornada, donde Montemayor también publicaba, expresó que “en el privilegio de su amistad y de ser editor de sus trabajos periodísticos, nos tocó el honor de presenciar de qué manera sus estudios académicos, sus disquisiciones filológicas, sus afanes estilísticos, su compromiso social y sobre todo la inmensa hoguera que lo consumía: la pasión, se vertieron en preciosos textos periodísticos.

“En ese territorio aportó novedades, aventuró osadías, propuso cauces hasta entonces no transitados y convirtió, mediante el elegante ejercicio de la poiesis, temas difíciles de leer y de aceptar como materiales periodísticos, en prosas poéticas cuya irradiación disfrutamos propios y extraños por igual.”

El artista Jazzamoart, autor de la reproducción del retrato del homenajeado en Casa Lamm, abordó su amistad con Montemayor: Nos conocimos en un grupo de artistas de diferentes disciplinas, entre ellos, Arnold Belkin, Enrique Bostelmann, Jacobo Borges y Teresa Morán.