Opinión
Ver día anteriorLunes 26 de abril de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Embargo con claros tintes proteccionistas
E

l martes pasado entró en vigor el embargo decretado por Estados Unidos al camarón mexicano capturado en altamar con redes de arrastre, que representa aproximadamente una cuarta parte del total que cada año obtiene dicha pesquería. No es el primer embargo que Estados Unidos decreta contra un producto mexicano. Antes lo sufrieron, por diversas razones, el atún, el aguacate, el melón y la fresa. En esta ocasión las autoridades del vecino país argumentaron que las redes utilizadas por los barcos camaroneros también capturan tortugas marinas. Allá está prohibido importar camarón de países cuyas flotas pesqueras maten los quelonios. La medida se comunicó al gobierno mexicano en enero, pero éste la dio a conocer dos meses después.

Bueno es recordar que para decretar el embargo contra el atún aleta amarilla, el vecino alegó que en la captura de dicha especie se mataban delfines. El embargo significó pérdidas millonarias durante varios años y obligó a modernizar la flota, de tal forma que ahora se garantiza que en sus lances de pesca sobrevivan los delfines. Ese embargo fue alentado y sostenido por una organización ecologista de ese país: Isla de la Tierra, aliada de los atuneros estadunidenses, que le dan unos cuantos centavos de dólar por cada lata de atún que vende en su mercado con la leyenda: libre de delfines. Fue un embargo con claros tintes proteccionistas.

En el caso del camarón, las autoridades mexicanas inicialmente se contradijeron al explicar el origen del embargo. Por un lado, el titular del medio ambiente, el ingeniero Juan Elvira, dijo que la medida era injusta, pues solamente se matan unas 50 tortugas en la temporada camaronera, mientras en sólo tres años se liberaron 150 millones de crías de tortuga. Después optó por no hablar de injusticia. Mejor advirtió de la necesidad de que los barcos camaroneros cumplan con las normas establecidas para proteger a los quelonios. En cambio, el procurador federal del medio ambiente, Patricio Patrón Laviada, reconoció desde un principio que no toda la flota camaronera las protegía. En igual sentido se pronunció el líder de los empresarios del ramo.

Y eso que desde hace 14 años las autoridades instauraron un programa para excluir a las tortugas de los lances de captura de camarón. Y que hace dos la parte estadunidense comunicó a México irregularidades en el funcionamiento de parte de la flota camaronera en cuanto a garantizar la vida de esos milenarios animales. Anotemos que nuestro celoso vecino, en cambio, hace de las suyas con el atún aleta azul, el bacalao, el salmón del Atlántico, especies sobrexplotadas por su flota.

Todo el camarón capturado en altamar la pasada temporada alcanzó a venderse en el mercado estadunidense. Habrá problemas si el embargo se alarga más allá de septiembre próximo, cuando se levanta la veda que cada año va de abril a agosto. Por principio, habría que buscar mercado para más de 40 mil toneladas de camarón de altamar. Podría abastecer la demanda local si el precio de venta es atractivo para los consumidores, pues es un producto caro. En cuanto a buscar otros mercados, no es fácil encontrarlos de la noche a la mañana.

Somos un país privilegiado: a nuestras costas llegan a desovar siete de las ocho especies marinas que existen en el planeta: golfina, lora, carey, caguama, verde, prieta y laúd. La única que no llega es la kikila, que se localiza en Australia. Todas esas especies se encuentran protegidas por la legislación mexicana desde hace lustros, luego de una gran lucha ciudadana para librarlas de la depredación en mar y tierra. Sin embargo, se siguen matando para aprovechar su carne, su caparazón, sus huevos, falsamente catalogados de afrodisiacos, ya que en realidad producen en el hombre colesterol malo.

Las autoridades mexicanas negocian ya con las estadunidenses levantar el embargo antes de septiembre. Garantizan que, ahora sí, toda flota camaronera protegerá los quelonios, algo que también debe hacerse en las costas del país, donde siguen siendo víctimas de la depredación.