En el país miles de maestros viven atemorizados por la violencia que genera el crimen organizado, y por lo cual también son víctimas de extorsión. Las principales comunidades y cabeceras municipales fronterizas se han convertido en zonas sin ley, donde mandan los delincuentes, y eso incluye las escuelas, denunciaron integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

Citaron como ejemplo que en algunas localidades, como Camargo, Tamaulipas, llevamos más de un mes sin clases en preescolar, primaria y secundaria por tanta balacera y secuestros. Los padres dejaron de enviar a sus hijos a clases debido a la inseguridad.

Reunidos en el segundo Congreso Nacional de Bases, donde participan delegados de 18 entidades, demandaron a los gobiernos federal y estatales asumir su responsabilidad y garantizar la seguridad de alumnos y docentes.

Aseguraron que los profesores vivimos en un estado de excepción. En las escuelas de los estados fronterizos ni alumnos ni maestros salimos al recreo. Ese tiempo lo dedicamos a hacer simulacros para protegernos de una balacera. Practicamos el pecho a tierra, no caer en pánico y tratar de resguardarnos en un lugar seguro, entre otras acciones.

Los docentes, quienes solicitaron el anonimato, afirmaron que en los pasados dos meses tan sólo en los municipios de Gustavo Díaz Ordaz, Camargo, Miguel Alemán, Mier, Guerrero y Nuevo Laredo, Reynosa, Río Bravo y Valle Hermoso, en Tamaulipas, al menos mil 500 alumnos regresaron con sus padres a sus estados de origen, como Veracruz y San Luis Potosí, lo que representa un verdadero éxodo de estudiantes.

En la entidad tamaulipeca, agregaron, se vive con terror y una creciente sicosis. Las autoridades estatales y municipales quieren aparentar que son casos aislados, pero ni maestros ni alumnos se sienten seguros en la escuela.

El monto de las aportaciones anuales que se solicitan en los planteles públicos aumentó en las comunidades fronterizas, indicaron, pues en la mayoría se construyeron bardas de hasta dos metros de altura, se colocaron rejas y candados para asegurar los salones y se compraron nuevos equipos de sonido, para que si hay una balacera cerca de la escuela logremos coordinar las acciones de emergencia.

Los alumnos, explicaron, participan en los simulacros donde un profesor avisa de una balacera por el sonido y ordena a los niños dirigirse al salón y tirarse al piso, pecho a tierra. Constantemente les recordamos que no deben correr ni caer en pánico, que deben mantener la calma y que nadie puede salir de la escuela hasta confirmar que pasó el peligro.

En San Luis Potosí, agregó otros maestro de secundaria, la zona norte y sur de la Huasteca es la más afectada por las extorsiones a los docentes. Reciben amenazas para que entreguen dinero o de lo contrario su familia pagará las consecuencias. No es raro saber que llamaron a una escuela para amenazar a los maestros con la advertencia de que, si no pagan, van a llegar a la balear el plantel.

Con frecuencia, narraron, los padres de familia entran en pánico. Van a la escuela y se llevan a sus hijos. Acción que no podemos impedir, pero que ante la desesperación por sacarlos lo más rápido posible han llegado a generar caos en los planteles.