Masiva afluencia fortalece esa tradición
Sábado 24 de abril de 2010, p. 7
Barcelona, 23 de abril. Un chico, una rosa; una chica, un libro: así se encuentran este viernes los novios o festejantes en las calles de Barcelona, tapizadas de rosas y libros para celebrar, como todos los años, Sant Jordi, la fiesta del Día del libro y de la rosa.
Similar a la festividad de la primavera en muchos países latinoamericanos, sobre todo Argentina y Uruguay, la diada de Sant Jordi es ocasión ideal para los primeros escarceos amorosos, pero también para que se reafirmen las veteranas parejas que aún creen en la tradición del libro y la rosa.
Una tradición muy fuerte en Cataluña, que venera anualmente a su patrón, que luchó contra el dragón y que este año cobra un aspecto más reivindicativo desde el punto de vista político y menos comercial, debido al impacto en los bolsillos de la crisis financiera.
Sin embargo, la tarde del viernes era muy complicado caminar por los alrededores de la plaza de Cataluña, por el señorial paseo de Gracia o por la reverdecida Rambla.
Muchos se agolpaban ante las mesas llenas de novedades literarias o simples tableros improvisados, que para atraer la venta de rosas son capaces de regalar un trozo de torta casera.
Además de Colombia y Ecuador, las rosas provienen de Murcia (sur de España), Holanda, Kenia y Etiopía, y sólo 10 por ciento se cultiva sobre todo en la comarca del Maresme (Barcelona).
La obra más vendida, en la ficción en castellano, es El asedio, de Arturo Pérez-Reverte, y en no ficción las ventas se concentran en El viaje al poder de la mente, obra de Eduard Punset.