l salir del país, los migrantes llevan consigo sus tradiciones, su cultura, su religión, su lengua materna, su forma de vida; aquello que sienten propio y les pertenece desde tiempos ancestrales; aquello que desean conservar y transmitir a sus hijos y a los hijos de sus hijos. En sus maletas llevan su historia personal y su visión de la existencia, la cual habrá de verse seriamente confrontada.
El porqué emigran cientos de miles de mexicanos anualmente obedece a distintas razones: algunos viven en zonas tradicionalmente expulsoras de mano de obra y migrar es una tradición de la región que se fortalece con casos de migrantes exitosos. Otros tienen familiares viviendo en la región hacia donde se migra o desean reunificarse con su familia directa. Muchos tienen intenciones de lograr el éxito y el reconocimiento social de la comunidad.
Cualquiera que sea la causa, quienes emigran y sus descendientes tienen derecho a mantener vínculos espirituales con su nación y raíces familiares, a preservar sus costumbres y tradiciones, y a disfrutar de la protección de los derechos garantizados por la Constitución y las leyes, aun cuando se encuentren fuera del país. Que los migrantes mantengan su arraigo, el amor por su cultura y su país debe ser fomentado por las instituciones. La patria mexicana quiere y debe cobijar a sus hijos, donde quiera que éstos habiten. No puede abandonarlos a su suerte, sobre todo sabiendo que encontrarán, muchos de ellos, condiciones inhóspitas para su desarrollo.
Un mayor control de fronteras no necesariamente logra evitar el crecimiento de la movilidad internacional. Cuando la sociedad y la estructura de una economía demandan mano de obra, ésta se las ingenia para cruzar la frontera, ya sea en forma legal o ilegal.
La aportación de los migrantes a la economía mexicana es uno de los pilares de la misma. Según datos del Banco de México y del Centro de Documentación y Análisis de la Cámara de Diputados, las remesas en 2005 fueron por 21 mil 688.7 millones de dólares (mdd); en 2006, por 25 mil 566.8 mdd; en 2007, por 26 mil 068.7 mdd; en 2008, por 25 mil 137.4 mdd; y en 2009, por 22 mil 869.8 mdd. El descenso, a partir de 2007, se explica por la recesión económica estadunidense, generadora de menores posibilidades de empleo.
Sumando estas cifras, tan sólo en los pasados cinco años, los migrantes mexicanos han enviado casi 110 mil millones de dólares, cantidad superior en más de 12 mil millones de dólares al total de la deuda externa del país, la cual, de acuerdo con el Banco de México, ascendía a 97 mil 390 millones de dólares en febrero de 2010.
Lo anterior da una idea de la enorme importancia que tienen las remesas para México, mismas que se han convertido en un motor de la economía, que permite dinamizarla, además de que son un canal prioritario de financiamiento externo proveniente de Estados Unidos, llegando incluso a equipararse con la captación por ingresos petroleros, siendo superiores a la inversión extranjera directa y al turismo, como fuentes tradicionales lícitas de ingresos provenientes del exterior. Cabría mencionar que del total de remesas captadas por América Latina, nuestro país recibió más de 35 por ciento de las mismas.
Existen distintas estadísticas respecto del número de mexicanos en Estados Unidos, y aunque éste varia según la fuente, se calcula que son entre 24 y 30.5 millones. Si se consideran las cifras más conservadoras, de los 24 millones de personas de origen mexicano, 14 millones son estadunidenses de ascendencia mexicana y 10 millones nacieron en México, pero emigraron hacia el vecino país. Si se toma el dato de que son 30.5 los millones de personas de origen mexicano, 19.3 millones de personas son estadunidenses de ascendencia mexicana y otras 11.2 millones nacieron en México y emigraron al país vecino.
Las personas de origen mexicano o nacidas en México representan el 65.7 por ciento del total de los hispanos en Estados Unidos, que se estima en 46.8 millones de personas y que constituyen 15.4 por ciento del total de la población de ese país. Prácticamente estamos hablando de que los hispanos, particularmente los mexicanos, constituyen una nación dentro de otra nación.
Según información del Consejo Nacional de Población, las crecientes barreras y dificultades para ingresar a Estados Unidos, así como los insuficientes estímulos que ofrece la economía mexicana para el retorno al país, han contribuido al desgaste de los mecanismos de circularidad migratoria y han aumentado la propensión a una migración más definitiva. Al mismo tiempo, ha bajado la cantidad anual de migrantes, que llegó a ser de entre 400 mil y 500 mil personas, para ubicarse entre 350 mil y 400 mil migrantes al año. Es decir, alrededor de mil mexicanos al día, principalmente jóvenes, abandonan México en busca de mejores horizontes y oportunidades.
La magnitud de estos flujos migratorios amerita que se adecúe la realidad normativa e institucional y se cuente con instancias que atiendan y respondan a las nuevas demandas generadas por esta dinámica vertiginosa que ha trastocado radicalmente el entorno social tradicional en ambos lados de la frontera. Nuestro país no puede ni debe dejar de actuar en forma activa con medidas que protejan a toda esta gente, su gente, cuya salida de alguna manera desangra al país cuando sale al extranjero una parte tan importante de sus jóvenes y de su fuerza laboral.