l bumerán, de acuerdo con la enciclopedia, es un arma arrojadiza, formada con lámina de madera dura y encorvada de modo que lanzada en forma giratoria puede volver al punto de partida. En otras palabras, el bumerán es un objeto que se lanza al espacio y tiene la característica de girar y regresar exactamente al sitio de donde partió. Quiero usar esta característica del bumerán para hacer un símil con lo que ha sucedido en nuestro país.
Desde hace muchas décadas la forma en que nos conducimos los mexicanos, sumada a la manera en que la clase política ha trabajado
a lo largo de los años, ha terminado por afectar de manera grave el estado por el cual atraviesa la nación entera. Los años de corrupción continua, que hoy día abarcan todos los ámbitos de la vida nacional, prácticamente han paralizado la capacidad de la nación para desarrollarse y avanzar hacia la meta de mejorar la calidad de vida de los mexicanos. La pobre actuación de la clase política a lo largo de decenas de años ha generado una ausencia total de metas que alcanzar, para generar las condiciones apropiadas de desarrollo económico y social.
La clase política mexicana casi ha tenido como única visión mantenerse en el poder para no perder los privilegios de los cuales ha gozado eternamente. Prácticamente su único interés ha sido no hacer nada que altere su cómoda posición de político perpetuo, sin importar mucho si se logra avanzar en lo que llamaríamos el bien común. La clase política ha tenido como regla no alterar el status quo para no generar riesgo alguno de perder su posición, sin importar el grado de afectación en la conducción del país. En otras palabras: sólo hago algo si ese algo no afecta mi posición o la de mi grupo o partido, o sea, en la medida en que no se altere el orden que conviene, no cuenten conmigo para impulsar los cambios que se requieren.
De qué otra manera podríamos entender que México, al ser evaluado por organismos internacionales, está desde hace tiempo en los últimos lugares en asuntos relacionados con educación, avances económicos, protección al ambiente, desarrollo social, y en contraste ocupa los primeros lugares en obesidad, corrupción, inseguridad, y como ejemplo específico, segundo lugar en adolescentes embarazadas. Y en relación con esto último la clase política, encabezada por el PRI y el PAN, han criminalizado el aborto en 18 estados de la República. O sea, para usar una reciente frase de Carlos Fernández-Vega, estupendo articulista de La Jornada: el cretinismo institucionalizado
se nos aparece al desnudo, sin dejar de señalar que imperan los intereses de grupo por encima de cualquier cosa.
En pocas palabras, México es un Estado fallido, por eso lo del efecto bumerán. Está claro que si no se hace lo que se debe y como se debe en su momento, los efectos revierten y afectan a tal grado que eventualmente hace casi imposible que México salga del hoyo en el cual está metido.
Por otro lado, también los ciudadanos hemos sido indolentes, no hemos sabido respetar y respetarnos los unos a los otros. No existe la civilidad. De qué otra manera se puede entender que los mexicanos sigamos tirando basura donde se nos viene en gana, nos estacionemos o paremos donde se nos antoja y no respetemos las mínimas reglas de convivencia. Los peseros hacen lo que quieren, los vendedores ambulantes también, todos nos sentimos influyentes y nos comportamos como si fuéramos los únicos que existimos. Nunca se piensa en el impacto que nuestras conductas tienen sobre la sociedad en su conjunto. La ley no se respeta y, por otro lado, la autoridad está permanentemente ausente. De qué otra forma podríamos entender que en la ciudad de México no se puede resolver el problema de que el transporte de carga no utilice las vías rápidas a ciertas horas del día. A un gobierno local o federal que no pueda resolver un problema que no debería ser problema sólo se le puede denominar gobierno fallido.
Pero a lo que voy es que parece que nadie entiende o quiere entender que cualquier cosa que hagamos, por pequeña que sea, que esté fuera de la ley o de las reglas de convivencia, tiende eventualmente a revertirse. En pocas palabras, el efecto bumerán ocurre y hoy día no sólo está ocurriendo, sino que nos está rebasando y afectando en todos los ámbitos de la vida nacional. Todos los errores, omisiones, corruptelas, arreglos de conveniencia, ineptitudes, desintereses o simplemente el no pasa nada
resulta en que sí pasa y hoy lo estamos viviendo y afecta a todos los mexicanos, no importa cuál sea su clase social. Quizá hoy deberíamos decir, ¡ya basta!