Paola tiene nueve años. Cursa el tercer año de primaria en Ciudad Juárez, Chihuahua, y como muchos de sus compañeros cuenta historias de violencia.

Antes de cumplir los ocho años quedó atrapada en una balacera. “Iba con mi mamá en la camioneta, cuando de pronto se empezaron a escuchar disparos; ‘agáchate, no levantes la cabeza, no va a pasar nada’, me decía mi mamá”.

Se trataba de varios sujetos armados que atacaron al vehículo estacionado frente al suyo. Entramos en desesperación. Pensé que iba a morir, que era el fin de mundo. Cuando ya no se escucharon disparos mi mamá se saltó el camellón y nos fuimos.

A mí me tocó ver una balacera como a tres metros, recuerda Alejandro, alumno de sexto de primaria. “Tenía 11 años y me había salido con mi hermano de 16 a dar la vuelta. Eran como las cinco de la tarde, y en la avenida pasó una troca (camioneta) agarrándose a balazos, fue cuando mi hermano me tiró al piso y me cubrió. Todo pasó muy rápido.

Mi apá pasó por nosotros y me reclamó, me dijo que por qué me había salido de la casa. Pensamos que corrimos un mal riesgo, por eso ahora ya no vamos a ningún lado. En Juárez todo es peligroso.