Si afila la noche sus metales
a plena luz del día
y un silencio atado y enfermo
echa raíces en el aire
si cunde la densa ceniza
que secretan las armas
si los dientes se rompen sin cesar
en el blanco granito del hambre
y el alma crepita de sed
sola y estéril
si se cortan las fibras de tierra
que sustentan el vuelo del pan
si en cada grano de polvo
que levanta a su paso la sombra
abre una boca la muerte
dónde entonces si no
en el salto al origen que llama al salmón
o en el verde ancestral del olivo
en el múltiple pulso del cielo
que siembra en la frente la lluvia
y en el eco de frondas y mares
y en el viento que roza la hierba
o en el arco vital de la risa
que una mano amorosa
traza en el arpa
de las costillas y el vientre
cómo si no
en esos acordes
desatar de la nada al silencio
y acuñar de nuevo la voz
clara sin fisuras
que nos devuelva el nombre.
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