adrid. Un refrán popular recomienda que en tiempos de crisis lo mejor es apretarse el cinturón. Ante la incertidumbre económica y el temor a la escasez lo más recomendable es moderar el gasto hasta la precariedad y hacer acopio de reservas para los malos tiempos. Pero el alcalde de Madrid, el conservador Alberto Ruiz-Gallardón, vive al margen de esta filosofía, al menos en lo que se refiere a la inversión que lleva gastada en la rehabilitación de la que será la nueva sede del Ayuntamiento: 510 millones de euros (alrededor de 750 millones de dólares).

Desde la llegada al poder de Ruiz-Gallardón a Madrid la capital española ha disparado su deuda pública, al situarse en casi siete mil millones de euros, lo que supone casi tres veces más que Barcelona y la tercera parte de la deuda total de todos los municipios del país. Una parte de esa deuda pública viene de un empecinamiento personal del edil, que a su llegada a la alcaldía llevó a cabo el cambio de sede del gobierno local, para lo que eligió un emblemático edificio de la glorieta de Cibeles que hasta ahora era la sede central del servicio postal español, Correos.

Desde la ocupación del edificio, la alcaldía lleva gastados únicamente en la habilitación del inmueble más de 500 millones de euros, lo que supone para la oposición un insulto, pues en plena crisis económica, con más de 4 millones de desempleados, con reducciones importantes en políticas sociales cuando más se necesitan o inversiones que generarían políticas económicas de empleo, el señor Gallardón incrementa de una forma exponencial el gasto en el Palacio de Cibeles.

Armando G. Tejeda, corresponsal