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Tierra y territorio Martha I. Flores Pacheco A partir de diferentes estudios sobre el maíz en México, nos parece importante reflexionar sobre el vínculo entre la pérdida de nuestra tradición alimentaria y los festejos del bicentenario y del centenario, y preguntamos ¿qué debemos festejar este año las y los mexicanos? Sobre los orígenes del maíz, se sabe que algunos pueblos indígenas tienen mitos que narran un conflicto o una “lucha” entre las plantas comestibles por definir cuál de ellas es la que mejor alimenta al hombre. Existen varias historias que relatan la pelea entre el espíritu del maíz, dhipac o cinteotl y el ojite, en donde este último al perder le tocó vivir en la sierra y ayudar al hombre en época de escasez. Un ejemplo lo encontramos en el pueblo indígena teenek (o huasteco), que vive en una zona de selva perennifolia, compartiendo con aproximadamente unas cuatro mil especies vegetales diferentes, lo que ha permitido a sus habitantes proveerse de ella durante siglos. Casi toda la flora está clasificada por los pueblos indígenas, ya sea por su color, sabor y temporalidad; si son frías o calientes; silvestres o cultivadas; de la selva, del monte, de la comunidad o del solar. Muchas de ellas han pasado por un proceso de apropiación, durante siglos, por parte de los pueblos indígenas. “ En la antigüedad arriba del cerro Tamab cerca de Huehuetlán, vivía un matrimonio. El hombre todos los días revisaba y cuidaba su milpa, él siempre tenía maíz, por lo que los hombres que habitaban abajo del cerro estaban enojados, ellos no tenían agua, y tenían escasez de alimentos. Como tenía exceso, decidió venderlo, cuando bajó, los hombres lo esperaron y le preguntaron por qué él tenía todo, él les dijo que realizaba rituales al espíritu del maíz, pero no le entendieron y lo encerraron. Él era el dios de las tormentas, el aire y la lluvia, convenció a todos y lo soltaron, por lo que cumplió enviando lluvia, pero los hombres querían más y subieron a exigirle. Se molestó e inundó todo. Muxi, el dios de todos los teenek que vive en el Golfo de México, se enojó con él, lo desterró al norte y los hombres desde entonces tienen sequías e inundaciones, por no respetarlo y cuidarlo. El mito muestra que al transformar el proceso del maíz y concebirlo como una mercancía, se está afectando al cultivo como cereal y está ocasionando la pérdida de la cultura milenaria de los mexicanos que, en el caso de los indígenas, significa mermar su dieta y violentar sus derechos culturales, sociales y políticos colocándolos en desventaja ante los nuevos productos. La introducción del maíz transgénico está llevando a la pérdida de esta tradición alimentaria; las decisiones del gobierno de México en su afán de pertenecer al “primer mundo” y fomentar la importación de alimentos con poco valor nutricional, desestimulan la producción y el consumo de una dieta rica en los alimentos tradicionales mexicanos. Con el cultivo del maíz se fortalecen las relaciones de parentesco, los procesos comunitarios de apoyo mutuo, la danza, la música, entre otros, y esto lo tenemos registrado en diversas fuentes históricas, relatos y estudios realizados en las distintas épocas de la historia de México, que demuestran que todos estos elementos culturales alrededor del maíz son continuos desde el pasado prehispánico hasta el presente, y han sido factor en la construcción de nuestra identidad como país.
¿Qué festejaremos entonces? Que en un futuro cercano la mayoría de los pueblos indígenas y campesinos no realizarán rituales vinculados al cultivo del maíz y que perderemos la variedad de productos que lo acompañan, como el frijol, las yucas y la calabaza. ¿Al maíz transgénico se le harían cantos, danzas y rituales a la milpa y a los lugares sagrados? Obviamente la planta perdería su carácter sagrado y se rompería la continuidad milenaria, lo cual violaría los derechos culturales de los pueblos indígenas. ¿Habrá un ciclo anual con fiestas ligadas a cada uno de los procesos? Si bien una característica importante de la mayoría de los pueblos y la culturas indígenas es la capacidad de intercambiar diferentes códigos culturales, podrían generarse nuevos rituales para agradecerle al maíz transgénico el otorgar el alimento, o bien dejar de realizar el ciclo ritual. El actual modelo económico, territorial y cultural que ha impuesto el gobierno de México desde hace casi tres décadas, no integra ni conjuga posiciones que fomenten la multiculturalidad y la pluralidad. Todo lo contrario, fomenta su destrucción y de paso el debilitamiento de la agricultura indígena y campesina. No es ningún secreto que el desequilibrio ecológico y las catástrofes del calentamiento global por el cambio climático responden a un exceso mercantil de ambición y lucro, donde la comercialización de alimentos y grandes ganancias para los capitalistas ya no se garantizan por la llamada revolución verde, sino que se buscan nuevas garantías en las tecnologías de hoy que se apropian del conocimiento ancestral de las comunidades y en el cambio de formas de consumo agroindustrial. El fomento a la carestía de alimentos por la crisis energética y el desconocer e ignorar la cultura indígena propician una crisis socio ambiental que va a galope al permitir el deterioro del patrimonio territorial, natural, cultural de los indígenas y la violentización de sus derechos territoriales, culturales, alimentarios y políticos. Esto nos pone en la idea de que la resistencia de las comunidades indígenas no es una “resistencia en sí”, como la quieren ver algunos, sino que se trata de una “resistencia para sí”, que responde a un proceso de acción y defensa de la identidad frente a la crisis civilizatoria que fomenta la globalización mercantil en la vida humana. Entre tanto, tenemos que seguir en la reflexión para que esa ofensiva en resistencia construya certidumbre para un México pluricultural que viva en armonía con la naturaleza. ¿Cuál es la perspectiva de alimentación para nosotros los mexicanos?, ¿qué dieta debemos de tener?
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