Jueves 15 de abril de 2010, p. 31
Chihuahua, Chih., 14 de abril. El párroco del municipio de Carichi, Ignacio Becerra, y la abogada Estela Ángeles fueron víctimas de un atentado el lunes pasado, cuando desconocidos hicieron rodar una roca para aplastarlos cuando circulaban por la carretera que va del ejido Baqueachi a la cabecera municipal.
Organizaciones no gubernamentales exigieron a las autoridades estatales medidas urgentes de protección para la abogada, cuyo esposo, el también litigante Ernesto Rábago, fue asesinado el primero de marzo en el despacho donde ambos trabajaban. La pareja estaba a cargo de la defensa legal del ejido indígena Baqueachi, que ganó 13 juicios contra igual número de particulares que invadieron sus tierras. Aún falta por resolver 15 sentencias de casos similares.
El lunes por la mañana, luego de salir de Carichi para dirigirse al ejido Baqueachi, la camioneta en que viajaban Becerra y Ángeles estuvo a punto de ser sacada del camino por una roca que rodó por una ladera justo cuando el vehículo atravesaba un tramo estrecho conocido como Arroyo Hondo.
Los viajeros se salvaron, pero la roca obstruyó el único camino entre la cabecera municipal y Baqueachi, ejido habitado por más de 500 familias rarámuris (tarahumaras) que desde hace años litigan contra invasores de sus tierras. Familias mestizas les arrebataron más de 12 mil hectáreas en las que construyeron potreros y casas e introdujeron ganado. Mientras, ganaderos del municipio de Nonoava se adueñaron de 10 mil hectáreas de un total de 44 mil asignadas al núcleo de producción indígena.
Amenazas impunes
Los rarámuris lograron en diciembre pasado que tribunales agrarios les reconocieran la propiedad de 12 mil hectáreas y ordenaran la evacuación de los predios ocupados por mestizos, quienes amenazaron de muerte a autoridades tradicionales del ejido, así como a los abogados. Poco después Rábago fue asesinado.
Su esposa también ha recibido amenazas, al igual que el gobernador tradicional de Baqueachi, Patricio Chávez, quien ha sufrido al menos dos atentados.
Vecinos de Baqueachi revisaron el lugar del incidente, y encontraron que en una colina al lado del camino había manchas de aceite y marcas de una especie de gato hidráulico.