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Felipe Cazals recibirá mañana el Ariel de Oro en el Palacio de Bellas Artes

Sólo con una reforma integral resurgirá el cine mexicano

Todo es ensayo y buenas intenciones; no se necesitan bondades económicas, comenta

Estrenará en mayo su cinta más reciente, Chicogrande, que debió filmarse hace más de 30 años

 
Periódico La Jornada
Lunes 12 de abril de 2010, p. a15

El cine es como el pugilismo: hay que estar boxeando y haciendo sombra todo el tiempo, porque si no, quedas derrotado.

Hay que ser de los fajadores; con esta metáfora Felipe Cazals explicó lo que necesita la industria nacional para resurgir: una reforma integral. Mientras no exista eso no hay posibilidad de nada. Todo es ensayo y buenas intenciones. Una reforma estructurada (que surja en foros abiertos a la comunidad), que se consensúe y se presente al Congreso; que se apruebe. Entonces las cosas cambiarán. No se necesitan bondades económicas. Vivimos con una ley de cine del año 47, modificada. Cómo filmarán los nuevos directores, si los productores no pueden recuperar el costo de su inversión.

Cazals es un cinerrealizador necesario. Sus películas son tangibles espejos de 24 cuadros por segundo sobre la realidad social de las clases más desprotegidas. Algunas de sus obras son elementales en la historia de nuestra cinematografía, lo que toma en cuenta la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas para otorgarle, la noche de mañana en el Palacio de Bellas Artes, el Ariel de Oro, en la 52 ceremonia de entrega de esos galardones. Este premio se concede a aquellas figuras que han contribuido con su labor al desarrollo del séptimo arte en México.

Pasaje estético sobre el villismo

Cazals, quien en 2006 recibió la Medalla Salvador Toscano y un año después el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de las Bellas Artes, tiene más que celebrar: el estreno, el próximo 28 de mayo, de su reciente película Chicogrande, pasaje estético de muchas lecturas –que debió filmarse hace más de 30 años, según relata el director– sobre la figura de Pancho Villa, quien luego de herido se refugió en la sierra de Chihuahua ocultándose del ejército estadunidense, en lo que se conoce como la expedición punitiva (campaña que se llevó a cabo del 14 de marzo de 1916 al 7 de febrero de 1917). Pero el protagonista no es el Centauro del Norte, sino Chicogrande (Damián Alcázar), militante de la causa villista, quien pese a la invasión lleva un médico para curar al caudillo. El texto original es de Ricardo Garibay. La adaptación del guión es de Cazals, y está sustentado en una amplia investigación, respaldada por plumas como la de Paco Ignacio Taibo II.

“La película se hermana con El Apando y Canoa; iba a filmarla dos años después de esta última (hace 31 años), porque está en el mismo formato, tiene las mismas lecturas: las víctimas y victimarios, la situación y a quién le importa”, dijo el realizador.

La historia no se rodó en ese tiempo debido a que la encargada de dar los apoyos para el cine en ese tiempo, Margarita López Portillo, no quiso que se hiciera. Siempre estuvo presente, aunque me sentí muy humillado y ofendido. Pero al final la humillación se curó con mentadas de madre, afirmó.

–¿Cerró el ciclo con este tipo de cintas? –se le pregunta.

–Espero que no, porque me queda en el fondo del morral algo que rascar.

Cazals argumentó que valió la pena la espera de esta historia; tiene un soporte de investigación con especialistas en el tema. Indiscutiblemente ganó con el tiempo, la madurez y la reflexión, y con modificaciones al guión.

Chicogrande, apoyado por Fidecine (Fideicomiso del Instituto Mexicano de Cinematografía) y que cuenta con un elenco encabezado por Damián Alcázar, no es un proyecto del bicentenario; es una historia de hace más de 30 años que circunstancialmente se encuentra terminado cuando son estos festejos. Francisco Villa es una figura tangencial. Pero nosotros hablamos de la voluntad y del sentimiento de un héroe anónimo. Eso también forma parte de la Revolución Mexicana, pero se cuestionan muchas cosas. La cinta tiene muchas lecturas, entre otras la de cómo nos invaden cada vez que se les antoja; de que todos padecemos de un racismo terrible, aunque no lo confesemos. No es una cinta hecha a modo o a la medida de esa festividad. También forman el elenco Armando Calva, Patricia Reyes Spíndola, Juan Manuel Bernal, Daniel Martínez, Lisa Owen y Jorge Zárate, entre otros.

Foto
Chicogrande se hermana con El Apando y Canoa. Tiene las mismas lecturas: las víctimas y victimarios, señala el cinerrealizador, aquí en imagen de 2008Foto Yazmín Ortega

Película muy actual

–¿Tenemos algo que celebrar los mexicanos?

–A estas alturas de tanto escepticismo, de tanta apatía, de saber que hay más de 40 millones de mexicanos que no comen dos veces al día, no. Por eso Chicogrande es muy actual. Esos personajes dan la pauta para reflexionar en cómo se pierde el interés de lo que pasa a tu lado.

–¿Se necesitan muchos Chicosgrandes para equilibrar una sociedad?

–Si esa pregunta se la hacen los espectadores al final de la proyección de la cinta, significará que no fue inútil.

Al inicio de los años 60, Cazals recibió una beca para estudiar cine en París. No terminó, pero a su regreso a México colaboró con el programa de televisión La hora de Bellas Artes, para el que realizó sus primeros cortometrajes. Con Arturo Ripstein, Rafael Castanedo y Pedro F. Miret fundó, a finales de los años 60, un grupo de cine independiente. En 1970, con la cinta Emiliano Zapata, ingresó a la industria, y a mediados de esa década realizó tres títulos fundamentales del cine mexicano: Canoa, El Apando y Las Poquianchis. Insistió en mostrar a los de abajo en Los motivos de Luz, Las inocentes, y mostró la locura de Antonio López de Santa Ana en Su alteza serenísima. Con el docudrama Digna, hasta el último aliento expuso su tesis sobre el asesinato de la defensora de derechos humanos, y con Las vueltas de El Citrillo, retrato proletario de una pulquería, recibió seis Arieles.

Doblemente generoso

“Me dan un Ariel estando activo, cuando siempre lo dan cuando se retira uno; me parece doblemente generoso. Respeto a la Academia porque he estado presente en sus deliberaciones y hay un voto razonado. Ahora que se ponen de acuerdo y deciden darme el de oro no quiero parecer mamila, pero se lo dan a todos los que han trabajado conmigo en casi 50 años. No olvidemos que sin directores de arte, sin fotógrafos, sin ingenieros de sonido, sin tramoyistas, maquillistas… sin toda esa gente que le talla duro cada día en una cinta, no habría películas. Se están premiando ellos mismos y se lo merecen. Por más autoral que sea, es una labor colectiva. En Chicogrande el que me sigue en edad tiene 40 años, y le llevo 33. Estoy trabajando con la nueva generación; de la que yo vengo es la que vio terminar la industria de cine mexicano. Estoy a caballo, como quien dice”, comentó.

Cazals trabaja casi sin parar. Antes de la llamada telefónica con La Jornada se encontraba en la Costa Chica. Quizás en busca de una historia o una locación.

–¿Su familia no le dice nada de que siempre está trabajando? –se le preguntó.

Respondió: Cuando ven mis películas en la televisión se me quedan mirando al blanco de los ojos y se quedan callados. Entonces nunca sé lo que piensan.