Moscú, 10 de abril. Lo que iba a ser –dentro de los esfuerzos conjuntos para limar asperezas en la relación bilateral– un emotivo homenaje a la memoria de los miles de oficiales polacos fusilados por órdenes de Stalin en el bosque de Katyn, cuyo 70 aniversario se cumplió el pasado 7 de abril y a la que se considera una de las páginas más negras de la conflictiva historia entre Rusia y Polonia, acabó este sábado en tragedia.

El mandatario de Polonia, Lech Kaczynski, y otras 96 personas, entre ellas su esposa María, todos los integrantes de la comitiva oficial y miembros de la tripulación del Tupolev-154M fallecieron al estrellarse el avión presidencial en medio de una densa niebla cerca de Smolensk, en la parte occidental de Rusia, cuando apenas eran las 11 de la mañana.

El fatal accidente –de acuerdo con la primera evaluación de lo ocurrido, ofrecida por las autoridades rusas– se produjo por la negativa del comandante de la nave de suspender la maniobra de descenso y poner rumbo hacia Minsk, la capital bielorrusa, o cualquier otro aeropuerto de emergencia, como les recomendaron enfática y reiteradamente los controladores aéreos militares rusos ante las muy adversas condiciones del tiempo.

Cerca de Katyn no hay aeropuertos civiles y el avión de Kaczynski se dirigía a un aeródromo militar de Rusia, cuyos controladores pueden hacer recomendaciones que no son de cumplimiento obligatorio para los aparatos civiles y menos si se trata del de un jefe de Estado.

A una distancia de kilómetro y medio, el grupo de control aéreo detectó que los pilotos habían acelerado el descenso y estaban por debajo del nivel de aproximación a la pista permitido, explicó el general Aleksandr Alioshin, subjefe de la fuerza aérea rusa, en una conferencia con los medios que fue transmitida en directo por el canal satelital de noticias Rossiya-24.

Lech Kaczynski, el ex mandatario polaco, en imagen de archivoFoto Ap

Se indicó a la tripulación que volviera a un vuelo horizontal nivelado y al ver que no lo hicieron se les recomendó varias veces aterrizar en otro aeropuerto, pero lamentablemente continuaron la maniobra de descenso y terminó en tragedia, agregó Alioshin.

El presidente de Rusia, Dimitri Medvediev, al decretar duelo nacional para el lunes siguiente, expresó sus más profundas y sinceras condolencias al pueblo polaco en un mensaje por televisión.

El primer ministro Vladimir Putin y su colega polaco, Donald Tusk, quienes ya se habían encontrado el 7 de abril anterior en Katyn, se desplazaron de inmediato a Smolensk para encabezar la investigación de los trágicos hechos y coordinar la repatriación de los cuerpos.

Según autoridades rusas responsables de situaciones de emergencia, ya se encontraron las dos cajas negras del avión que servirán para esclarecer qué provocó la catástrofe, en tanto los restos de los pasajeros serán enviados a Moscú para su debida identificación.

Nadie sobrevivió a la catástrofe aérea. Junto con el presidente Kaczynski y su esposa perecieron el último presidente de Polonia en el exilio, dos vicepresidentes de la Cámara de Diputados, un vicepresidente del Senado, el jefe de la Agencia de Seguridad Nacional, varios viceministros de Relaciones Exteriores, Defensa y Cultura, 14 diputados y dos senadores.

También fallecieron varios integrantes de la plana mayor del ejército polaco, entre ellos los jefes del Estado Mayor, operativos de las fuerzas armadas, fuerza aérea, fuerzas terrestres, armada y otros militares de alto rango.

Igualmente, varios invitados especiales, entre ellos el ombudsman polaco, el gobernador del banco central, el dirigente del Comité Olímpico Nacional, un obispo, enviados de la Iglesia católica y los 20 representantes de organizaciones no gubernamentales y familiares de las víctimas.