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Ante un país en desastre, los cantantes de ópera ponemos en alto el nombre de México, dice

Ramón Vargas deplora desdén oficial a artistas triunfadores

El reality show que prepara el gobierno es una tomadura de pelo, asegura a La Jornada

No hay una conciencia de lo que está pasando aquí, deplora el prestigiado tenor

 
Periódico La Jornada
Viernes 9 de abril de 2010, p. 3

Nada más preocupante para una nación que aceptar sus limitaciones como destino, sostiene el tenor Ramón Vargas, quien de esa manera critica la falta de conciencia en el gobierno mexicano, y a veces entre la propia sociedad, para apoyar aquellas iniciativas y personas, entre ellas a los artistas, que ponen en alto el nombre y la imagen del país en momentos tan desastrosos como éste, en el que la violencia y el narcotráfico tienen copado a México.

Considerado una de las principales figuras del actual firmamento operístico mundial, el cantante mexicano interrumpió sus vacaciones para regresar de manera temporal a territorio nacional, con el propósito de encabezar la gala de ópera con la que este fin de semana será reinaugurada la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl, luego de haber sido sometida a un proceso de mantenimiento mayor.

Ausencia de política cultural

En entrevista con La Jornada, además de encarar ciertas críticas a su quehacer profesional, Ramón Vargas refrenda su convicción sobre la ausencia de una política cultural encaminada a desarrollar y fortalecer el arte operístico nacional, que, en su opinión, tan buenos dividendos ha dado a México a escala mundial, sobre todo por la calidad de sus cantantes.

“Lo que me da muchísima pena es que mientras (las autoridades) se ponen de acuerdo si habrá o no presupuesto, los jóvenes cantantes no se están desarrollando; mejor están haciendo programas de televisión, como ese de Ópera prima, una especie de reality show que es pura tomadura de pelo; eso no es lo que necesitamos”, sostiene el intérprete.

“Lo que necesitamos es hacer ópera y que los muchachos tengan dónde cantar y que se hagan más funciones ¿Un programa de televisión como para qué, a dónde y qué van a cantar después los ganadores?

“En lugar de estar gastando dinero y tiempo en eso, se hubiera hecho un gran concurso nacional o internacional, y eso habría sido menos costoso y tendría los mismos resultados.

“Más que un reality show, lo que necesitamos es hacer ópera, programar títulos, que los muchachos se desarrollen; que también hagan directores de escena y musicales, que se desarrolle la gente relacionada con el teatro, que son mexicanos y no tienen trabajo.

“Eso es lo que necesitamos y no se está haciendo. No hay una conciencia de lo que está pasando. Los cantantes de ópera somos los que estamos poniendo el nombre de México en lo más alto en los tiempos recientes, porque lo que pasa en el país es un desastre.

“Debería ser motivo de orgullo cada vez que un cantante mexicano se presenta en cualquier teatro del mundo, sea más o menos importante, porque es una forma en la que el nombre de México no se relaciona con que hay asesinatos y narcos que se pelean por el control de territorios y de la droga, sino que estamos haciendo alta cultura.

Eso es lo que tenemos que apoyar, pero no está pasando. Es algo preocupante que no tengamos el apoyo de las autoridades y en ocasiones ni de la sociedad, pues a veces, tristemente, los mexicanos, si vemos que alguien está triunfando, mejor lo agarramos a patadas. Mientras aceptamos nuestras limitaciones como destino, eso es preocupante.

–¿Qué responde a las críticas de algunos especialistas y cierto sector del público acerca de que sólo cumple y no se entrega al ciento por ciento cuando actúa en México?

–Nunca me he presentado para salir del paso. Tal vez alguien diga que vine ahorrándo entrega, y nunca he hecho algo así; soy una persona que hago lo que puedo, en el momento que estoy y lo mejor que puedo.

Foto
Ramón Vargas, en la Sala Nezahualcóyotl, en imagen de 2005Foto Carlos Ramos Mamahua

“Lo que no se sabe es que cantar en la ciudad de México, para mí, es muy complicado, por varias razones. Primero, por la altura de la urbe; a pesar de que soy chilango, ya me desacostumbré; pero la cosa más grave es que la capital está muy contaminada y sufro de terribles alergias.

“No es un pretexto, es una condición de mi físico. Y, claro, eso puede alterar mi trabajo. Ha habido años en los que realmente he tenido que sufrir para terminar mis compromisos, porque no estoy en óptimas condiciones físicas. Pero eso no es un pretexto, a la gente no le importa. Uno debe venir y cantar lo mejor que puede.

Es difícil darle gusto a todo mundo; no es mi papel estar bien con Dios y con el diablo. Hago lo que creo que está bien, y quien esté de acuerdo pues que lo aprecie y quien no, que lo critique. Me siento muy tranquilo conmigo mismo.

–¿Quizá en esa apreciación tenga que ver la repercusión mediática de sus triunfos en el extranjero, como el más reciente en el Met de Nueva York, donde fue aclamado?

–Es muy curioso que en el extranjero me alaban y que mis compatriotas, algunos, no todos, me critican con severidad. Es una característica de algunos mexicanos, desafortunadamente, de pegarle a quien ven arriba; como que hay un estado de frustración de algunas personas, no pueden resistir que alguien triunfe y piensan que si no son ellas, mejor nadie.

Por fortuna, la mayoría de la gente me sigue queriendo, apreciando, respetando y yo hago lo propio con esas personas. Me debo realmente a los que confían en mí, que me quieren; además, hago lo que siento que está bien y lo hago con mucha honestidad.

Un arte muy pasional

–¿En qué momento de su carrera se siente usted hoy día? Hace unos ocho años, se le comparó con un futbolista que estaba preparándose para convertirse en goleador.

–Sigo metiendo muchos goles y varios son de chilena. Jajaja... Estoy en muy buen momento, además no somos máquinas, no todo el repertorio le queda a uno; por ejemplo, mi Fausto aquí en México me lo criticaron mucho y en Nueva York me lo alabaron semanas después.

“Pero de eso nadie comentó algo; se quedaron callados. Sólo comentan lo que les parece que estuvo mal. Digamos que, a veces, a quienes emiten esos comentarios les falta objetividad. Eso pasa en cualquier lado.

“¡Cierto, la ópera es un arte muy pasional, y claro que todos tenemos noches mejores y noches menos buenas; es algo que pasa frecuentemente a todas las personas, que de repente tenemos noches de oro y otras oscuras; ni modo, también es parte del encanto del teatro en vivo, nada está firmado.

“El hecho de presentarse no significa que uno esté en su esplendor. Al público no le importa si a uno le duele la cabeza, el estómago; si tiene un resfriado, si se peleó con la esposa, si el hijo está enfermo o si tiene una preocupación.

“Lo que quiere siempre es escucharte bien, y está en su derecho; pero no siempre es posible. Finalmente, los artistas somos seres humanos, y quien siempre quiera escuchar algo perfecto que mejor compre un disco y lo escuche en su casa; aunque los discos están truqueados.

Muchos de los críticos lo son a partir de escuchar únicamente discos, sobre ellos basan sus comentarios, no saben lo que realmente es ver a los artistas en vivo. Entonces, ¿cómo pueden hacer una crítica de algo que sólo han escuchado en disco?