Opinión
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Semana Santa de 2010
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omenzando precisamente el día domingo 28 de 2010, con la publicación de 50 rostros de los personajes más destacados en todo el planeta, la mayoría jefes de Estado, o de gobierno, del diario español El País, en un reportaje muy casual, principalmente fototográfico, debido a la cámara de Platón Antoniou, y a la pluma de Juan José Millás, que se inicia con una página doble en la que, como en la vida real, están frente a frente los rostros de los presidentes Mahmud Ahmadinejad, de Irán, y Barack Obama, de Estados Unidos.

Ambos mandatarios reflejan una gran seguridad en sí mismos y una especial certeza de lo que están haciendo: Ahmadinejad como jefe de Estado de la vieja Persia, que ha venido sosteniendo inflexiblemente su derecho a explotar industrialmente el uranio 235, es decir, afirmando repetidamente que el peligroso, pero tan necesario material radioactivo en Irán se emplea y continuará su uso para fines pacíficos, industriales, y no será parte, en ningún caso, de algún programa de carácter bélico.

En el otro extremo, el presidente Obama lo pone en duda junto con un importante bloque de mandatarios integrantes todos ellos de la ONU, donde se realizó el reportaje de referencia, en la sede de la institución multilateral más importante en todo el orbe, en Nueva York, en septiembre de 2009.

En esta Semana Santa, que ayer concluyó, se siguió ininterrumpidamente la publicación en los diarios de la prensa internacional –unas veces con serenidad y objetivamente, y en otras no tanto– el análisis de acontecimientos de gran importancia para todo el mundo por su trascendencia para las generaciones presentes y también para el futuro próximo en todo el universo.

Estados Unidos y Rusia acordaron, apenas el sábado 27, una reducción de armamentos nucleares de carácter histórico por sus dimensiones sin precedente en los pasados 20 años, pues los presidentes Barack Obama y Dmitri Medvedev aceptaron una reducción de 30 por ciento de las cabezas nucleares existentes en la actualidad en ambos países, limitando su número a mil 550.

No es que creamos que esta cantidad representa para el mundo una gran seguridad en lo que respecta a nuestra posibilidad de sobrevivir a un ataque nuclear procedente de cualquiera de las dos potencias, sino que lo importante de este acuerdo que se realizó telefónicamente, lo que, dicho sea de paso, coloca en entredicho la utilidad de cumbres como la de Naciones Unidas.

El acuerdo habrá de firmarse en Praga el próximo 8 de abril, lo que será verdaderamente digno de festejo. No quiere decir tampoco que ya podemos estar tranquilos con la posesión de mil 550 cabezas nucleares en cada una de las dos potencias nucleares, como dijimos más arriba, pero sí podemos celebrar la disminución en proporción muy importante a las que se dejan para resguardar su propia seguridad las mayores potencias del club nuclear internacional.

Esto demuestra, asimismo, la importancia que le conceden a esta materia, así como su disposición para elegir otras vías de arreglo que no sean su capacidad para asestar el primer golpe (first strike) en un lance nuclear del que ni ellos mismos, ni nosotros tampoco, habríamos de subsistir: 3 mil cabezas nucleares son sufcientes para hacer volar en pedazos todo el planeta.

Barack Obama dijo respecto de este importante acuerdo, que por cierto se convertirá en el nuevo tratado Start después de la reunión de Praga, que “las armas nucleares representan los días más oscuros de la guerra fría y son las amenazas más problemáticas de nuestro tiempo”. También es de resaltar lo que dijo después: Estamos enviando al mundo una clara señal de que estamos dispuestos a encabezar los esfuerzos internacionales para frenar la expansion de ese armamento, y para asegurarnos de que otras naciones cumplen con sus responsabilidades, en una posible referencia a Irán y a su joven presidente Ahmadinejad.

Por su parte, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, aseguró que de esta manera queda demostrado que la diplomacia también puede servir para defender los intereses nacionales (El País, 27/3/10, nota de Antonio Caño desde Washington).

Sin duda es un alarde de ingenio definitorio lo que podemos esperar de la diplomacia del gobierno estadunidense. En buena hora prevalecen las cabezas humanas sobre la barbarie.

Entre los varios acontecimientos que estremecieron al mundo en esta Semana Santa no queremos soslayar importancia a la tormenta que se ha desatado en los fueros de la Iglesia, en todo el mundo, rompiendo estrepitosamente el silencio ominoso que históricamente guardó toda la jerarquía de la Iglesia católica volteando el rostro vergonzantemente hacia otra parte en cuanto escuchaba que se estaban cometiendo graves delitos en contra de la niñez y de la juventud.

En casi todo el mundo, y desde luego también en México, ocurrieron delitos de índole sexual, es decir, de la pedofilia que se practicó con la complicidad, y quizás incluso la complacencia de poderosas organizaciones de la estructura del poder de la Iglesia, y también de la sociedad que participaba cercanamente en las actividades delictivas de algunos o de muchos y pervertidos elementos de la propia Iglesia, algunos de ellos miembros de alta jerarquia como fue el caso de Marcial Maciel, fundador de los legionarios de Cristo, quienes ya han renegado de él (El País, 27/3/10, nota de Pablo Ordaz desde México).

Mediante un comunicado fechado en Roma y firmado por su director general, Alvaro Corcuera, éste se rinde ante la evidencia después de más de una década en que se trataron de ocultar los escándalos sexuales y de abuso de menores del fundador Marcial Maciel, mostrando no sólo consternación ante el hecho, sino reconociendo la veracidad de las acusaciones que se han hecho públicas escandalosamente.