Desvanecer estatuas
l trabajo puede parecer invisible, incluso imperceptible (no es lo mismo), y sin embargo su ausencia es claro que no. Difícilmente alguien dirá de una cama: ¡pero qué bien tendida, caray!, o de los trastes: ¡vaya si los han lavado bien! Tomará nota, así sea de manera poco decidida y hasta involuntaria o inconsciente, de cuando ese trabajo no ha sido hecho. Eso que ni qué.
He oído una frase entre bailarinas: el día de la semana que no hiciste barra se te nota el domingo en el escenario.
En general se destaca el trabajo que, como entiendo dirían en Monterrey, está o anda en la punta del grito. Es decir, se destaca el trabajo que destaca. Curioso, ¿no?
¿Y qué pasa con el trabajo que está detrás de ese mismo trabajo, como el del bajo detrás del requinto, propongamos?
Mucho trabajo hay que no se nota, y peor: nadie hace notar, pero sin el cual, y esto podrá sonar un poco ingenuo, obras maestras no habría. La talacha, la chamba, la chinga (no son lo mismo), andan por ahí, como los sonidistas (¿así se llamarán?), un tanto oscurecidos, en el concierto de rock.
No es eso todo: si el propio artista destacado no hiciera consigo mismo y su labor esa especie de trabajo a la sombra, muy lejos del muy mundanal éxito, éxito su obra finalmente no tendría.
Una de las leyes del trabajo es, lo apunté la vez pasada, la no aspiración al reconocimiento –aunque sí al reconocimiento, en el resultado de ese trabajo, en la obra, del receptor, de los receptores, lo que si viene vendrá después, y como por añadidura.
La personalidad del sujeto que obra trabaja, hace, sin duda se trabaja en ese obrar, en ese quehacer; se afina y manifiesta. Mas tonto sería, es, cambiar, permutar obras por personalidades, error nada infrecuente y no de un sólo lado. Receptores (en este caso más bien admiradores) y creadores suelen en él incurrir.
El auténtico artista (chin, eso de auténtico
… páseseme por hoy) se ocupa más en desvanecer estatuas que en erigirlas (tarea un algo siempre municipal). En desvanecerlas para que el espíritu (la vida, hombre, la simple vida) que debiera habitarlas, que muy probablemente, así sea de forma muy remota, las habita, aparezca, brote, mane, dé vida.