Tariq Ali comparte charlas con el intelectual
Miércoles 24 de marzo de 2010, p. 6
Madrid, 23 de marzo. Edward Said y Tariq Ali, dos voces disidentes y transgresoras, dos creadores esenciales del siglo XX, compartieron durante su larga amistad muchas horas de conversaciones, debates y complicidades.
Said, intelectual palestino y colaborador de La Jornada que se convirtió a su pesar en una especie de cronista de su pueblo en el exilio, encontró en el escritor y cineasta anglo-paquistaní a un cómplice docto y provocador, que lo mismo le inquiría sobre sus primeros años en un Jerusalén al borde de la guerra que sobre su devota admiración por Conrad, Camus, Chopin o Alban Berg.
La editorial española Alianza publica Conversaciones con Edward Said, documento inédito que muestra las facetas más admiradas, pero también las más secretas de Said: desde su inabarcable conocimiento musical e intelectual hasta sus temores durante la niñez o sus miedos, luego confirmados, de la paulatina desaparición o silenciamiento
de los intelectuales incómodos
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Said murió en 2003, en Nueva York, después de padecer durante más de 10 años leucemia. Su vida fue tan agitada como la de su pueblo, el palestino, al que defendió hasta el último aliento, sin perder su visión crítica.
Tariq Ali, autor de ensayos muy críticos de la política imperialista de Occidente en los países árabes, se convierte en este libro en un simple entrevistador, en un lúcido incitador que logra convertir sus conversaciones en vehementes testimonios vitales de uno de los intelectuales más prolíficos del siglo XX.
Ali relató así su sentir tras conocer el deceso del autor de Orientalismo: “Con su muerte, la nación palestina ha perdido su voz más elocuente en el hemisferio Norte, un mundo donde, por lo general, se ignora el continuo sufrimiento de los palestinos. Para los israelíes oficiales son untermenschen; para los estadunidenses oficiales son todos terroristas; para los venales regímenes árabes son un perpetuo motivo de vergüenza. En sus últimos escritos Said denunció enérgicamente la guerra en Irak y a sus muchos apologistas. Defendió la libertad, ante la violencia y las mentiras. Sabía que la doble ocupación de Palestina e Irak había hecho incluso más remota la paz en la región. Su voz es irremplazable, pero su legado perdurará. Tiene muchas vidas por delante”.
Las conversaciones de Ali y Said –que además fueron grabadas en video– abarcan prácticamente todas las facetas vitales del intelectual palestino.
La música clásica y sus problemas
Una de las obsesiones intelectuales de Said fue la música, que conoció desde dos perspectivas: la de un músico con estudios de conservatorio y la de un crítico documentadísimo. Uno de sus principales cuestionamientos a la música culta del mundo de hoy es que el público que acude a los conciertos es “mucho más ignorante de lo que nunca ha sido en la historia.
El gran problema es que la tradición clásica occidental está basada en la exclusividad y en el apartamiento de la contaminación sonora que nos rodea: las constantes intromisiones de las radios y las televisiones, y todas las demás formas de reproducción musical, simplemente la han interrumpido hasta hacerla desaparecer (...) Y es que la música clásica es un arte enormemente anticuado. Quiero decir, los modos de actuación, los rituales de la actuación, el estilo de los conciertos en realidad no han variado mucho en los pasados cien años (...) Y todo ello contribuye a tener un público fragmentado que tiende a pensar más en términos de grabaciones y de estrella famosas que en entender la música.