as tradicionales Fallas en honor del patrono San José y la Virgen de los Desamparados representan la fiesta anual de los valencianos. Los gigantes artísticamente dibujados muestran a los políticos del momento en la escena española en pintoresco desfile. Monigotes que posteriormente arden en llamas e iluminan el centro de la ciudad española, los comederos de arroces paelleros y la plaza de toros de la calle Xativa que da paso en esta semana al inicio de la temporada española de corridas de toros.
Este año las Fallas tuvieron como cartel de lujo el vigésimo aniversario de la alternativa del hijo de la tierra, Enrique Ponce que partió ruedo acompañado mano a mano de El Juli. Los toros de Zalduendo aparecían en el papel ideales para un triunfo apoteósico de Enrique. La expectativa por verle torear se convirtió en decepción. No sólo eso, en quinto lugar le salió un marrajo que venía por el dinero de la temporada, dispuesto a mandarlo al hospital. Como no queriendo no le quedó más remedio que esperar que le saliera la raza y el espacio vibró en el círculo del coso.
Se le puso la cara roja de rabia y vergüenza a Enrique, y como vivificante sangre de complicada red de venas y arterias se jugó la cornada. Esta vez sin luz, ni poesía, ni música valenciana, ni ballet torero. No le quedó de otra más que demostrar con el coso lleno de aficionados, toreros, ganaderos y su abuelo y mentor, esa maestría, esa facilidad, esa naturalidad para torear lo que salga por toriles y la raza para responsabilizarse frente a la afición.
Como ferrocarril se le venía el de Zalduendo, tirando cornadas, con la cabeza alta, curveándose alrededor del ruedo y cortándolo en círculos negros, agitando los afilados pitones como queriendo tocar las llamas amarillentas de los infiernos. Pero cuando se posee esa capacidad de transmitir las emociones, como posee Ponce –aunque sea por la tele, Canal Plus– actúa infaliblemente el sentido de enlace, ese que le permitió dominar al barrabás que le tocó y salir con la oreja del mismo ganada a ley por la torería mostrada. En tarde de trámite para un Juli que cortó 4 orejas y cerrada ovación por el brindis a Ponce.