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Caetano Veloso cautiva al público en el Auditorio Nacional con su disco Zii e zie

“Es siempre una maravilla estar en este país; todo aquí es… ¡demasiado!”

El público acompañó al músico brasileño para cantar Desde que o samba é samba

Foto
Caetano Veloso acompañado de Marcelo Callado y Ricardo Dias GomesFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Domingo 21 de marzo de 2010, p. 8

A medio concierto, Caetano Veloso se quedó solo sobre el escenario y cantó, acompañado por su guitarra, Desde que o samba é samba y Cucurrucucú paloma. El público mexicano cantó con él la parte final de la popular canción brasileña y escuchó atento la conmovedora versión de la mexicana.

Además de estas clásicas, el gran cantante y compositor brasileño interpretó otras, como Volver, de Carlos Gardel, y Rival, de Agustín Lara. El resto del concierto en el Auditorio Nacional, el viernes pasado, lo dedicó a composiciones más recientes, como las incluidas en Zii e zie (2009), disco que actualmente promueve. Esta producción la realizó con la joven Banda Cê, que con mucho orgullo presentó en un par de ocasiones y con quienes grabó el disco anterior,.

El power trío, como lo llama el cantante, está compuesto por Pedro Sá (guitarra), Ricardo Dias Gomes (bajo y teclado) y Marcelo Callado (batería). Efectivamente imprimen la fuerza cruda del rock, que se combina con la suavidad y dulzura de la voz de Veloso. Para muchos, como ha hecho desde hace más de 40 años, el cantante está a la vanguardia de la música popular brasileña.

Esto suma adeptos y provoca reticencias, como se vio en el concierto. En una de las canciones netamente rockeras, acompañada de potentes luces que se dirigían al público, se vio a algunos jóvenes brincando en su asiento, con las palmas arriba, mientras un par de hombres mayores fruncía el ceño. En esta misma pieza, Veloso se puso frente a un planeador que estaba detrás de los músicos, como si fuera a salir volando en él.

Caetano Veloso, con imagen de profesor universitario, con sus lentes y cabello cano alborotado, en varias ocasiones se dirigió, con pasos de baile, al frente del escenario para saludar a la gente. Entre el público había un par de banderas de Brasil, una de ellas portada como capa por un joven de aspecto brasileño.

Tras la primera canción Veloso presentó a la banda Cê tocando para la ciudad de México, pero fue hasta medio concierto cuando, tras cantar Maria Bethânia, se dirigió por primera vez al público. En ésta, una de sus pocas intervenciones en que habló entre canción y canción, dijo: “Es siempre y cada vez más una maravilla estar en México. Todo aquí es… ¡demasiado!”

Se escuchó del público un grito: ¡Tú eres el maravilloso!

Veloso, de 67 años, siguió: “Mientras estuve exiliado escribí la canción pasada (Maria Bethânia), como si fuera una carta a mi hermana. Le pedía ayuda. He dedicado esta versión a la memoria del hombre de teatro brasileño Augusto Boal”.

Veloso estuvo exiliado en Londres, junto con Gilberto Gil, de 1969 a 1972. La pieza, de 1971, que acababa de cantar, cuya letra está en inglés, dice: Todos saben que nuestras ciudades fueron construidas para ser destruidas… Maria Bethânia, por favor envíame una carta/ quisiera saber que las cosas están mejorando, mejorando, mejorando.

Boal, conocido por desarrollar el teatro del oprimido, falleció en mayo de 2009. Ambos hermanos, Caetano y Maria Bethânia, junto con Gal Costa, Gilberto Gil y Tom Zé, participaron en la obra musical Arena canta Bahía, dirigida por Boal en los años 60. Los mismos músicos fueron parte fundamental del movimiento Tropicalismo, que revolucionó la música popular brasileña incorporando elementos del rock y la psicodelia a la bossa nova y los ritmos tradicionales de Bahía.

A base de Guantánamo, una indignada declaración contra la base militar estadunidense, fue casi recitada por Veloso mientras Callado tocaba la batería con determinación y coraje, como tambor de guerra. Detrás de los músicos se proyectaban imágenes de Cuba y de una noche con relámpagos.

Tras un encore, Veloso regresó para cantar tres piezas más, entre ellas, Rival, de Agustín Lara.