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Veinticuatro horas en la vida de un Sting
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Periódico La Jornada
Sábado 13 de marzo de 2010, p. a16

A las 23 horas con 21 minutos del próximo sábado ocurrirá el Solsticio de Primavera 2010, mientras que a las 23 horas con 38 minutos del 21 de diciembre anterior sucedió el Solsticio de Invierno 2009.

En este lapso apareció una grabación discográfica de particular valía: If on a Winter’s Night, de Sting.

Una semana antes de que iniciara el invierno, el Disquero dio a conocer la versión de este álbum en disco compacto. Una semana antes de que inicie la primavera, presenta ahora la versión en dvd.

La diferencia entre una y otra versión es notable: se trata del mismo material con el aumento de calidad en cuanto el disco compacto contiene las versiones realizadas en estudio de grabación, con sus respectivas dosis de cortes de edición y demás artificios tecnológicos que caracterizan los así conocidos como discos de estudio, y en cambio el dvd expande la calidez y calidad humana que conlleva y significa un concierto en vivo.

Antes de continuar deje salir a la sinopsis, como se diría en lengua metronauta: If on a Winter’s Night es una obra maestra cuyo título (la traducción sería Si una noche de invierno), alude y eleva su contenido: es una paráfrasis incidental de una novela maestra de Italo Calvino y también metamorfosea el título de una de las piedras angulares de la cultura canora de Occidente: Winterreise (Viaje de Invierno), ese monumento al valor de la intimidad que escribió el austriaco Franz Peter Schubert.

Y ya que hablamos de Schubert, se trata de uno de los autores predilectos, junto a John Dowland, Robert Schumann y Johann Sebastian Bach, del maestro Gordon Matthew Thomas Summer, mejor conocido como Sting.

Es más, el propio Sting tomó una de las piezas, Der Leirmann, del ciclo schubertiano, para retrabajarla en una versión propia, para incluirla en este álbum, en un proceso similar pero no semejante al procedimiento que siguió en uno de sus discos anteriores, donde interpretó obras maestras de John Dowland ante el escándalo de los puristas.

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El señor Summer está tan consciente de los celos legítimos que padecen quienes sienten vulnerados sus territorios, que cuando recientemente realizó trabajos formidables con la mismísima Sinfónica de Chicago, una de las mejores orquestas en el planeta, pidió tener una mente abierta frente a la música y que no se espere de él la pureza y los cánones ni la sacrosanta virtud de los conservatorios, pues aunque conoce a fondo los misterios de las partituras de los grandes maestros, no es un músico clásico sino un artista pop y que, por favor, no cierren sus mentes ni sus corazones porque quizá puedan también encontrar lo sublime en otras músicas.

La versión en vivo que ofrece Sting acompañado de una pléyade de músicos fantásticos ocurre en un recinto de por sí sublime: la Catedral de Durham. Al glorioso esplendor de la arquitectura gótica se une entonces la calidad de estos músicos y la naturaleza noble de esta música, que rinde tributo a los misterios que encierra el invierno con sus significados metafísicos, además de bellísimos cantos de cuna y poesía, mucha y bella poesía. Una celebración del renacimiento, la floración de la muerte y nacimiento de las estaciones en su infinito ciclo.

Como corolario muy oportuno, en los estantes de novedades discográficos esplende una edición reciente de una grabación antigua: Sting, every breath you take, que conjuga dos conciertos de su etapa inicial solista. Uno de ellos es una jam session que lo confirma y lo reconfirma y lo vuelve a confirmar como un músico de originalidad, inventiva, honestidad y creatividad esplendorosas. Sting no es el autor de cancioncitas que muchos creen que es. Músico, gran músico, sí que lo es.

El universo de Sting: despierta y hace meditación y luego yoga y luego música y luego vive y luego medita y luego mantras y luego yoga y luego duerme y luego despierta y medita, yoga, música, vida... la floración cíclica de la existencia.