Cultura
Ver día anteriorSábado 13 de marzo de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

El historietista presenta la muestra Alter nativas (medicina) en Polanco

La racionalidad es un tipo de locura colectiva, asevera François Boucq

El aprendizaje pedagógico nos hace olvidar que cada quien lleva dentro un conocimiento sin límite

Entre más pones de ti en las máquinas, más pierdes de ti mismo en tu interior, indica

Foto
François Boucq, durante la entrevista con La JornadaFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Sábado 13 de marzo de 2010, p. 3

El reconocido historietista François Boucq era niño aún cuando tuvo el primer contacto con formas de conocimiento antiguas hoy no aceptadas por el racionalismo occidental, pero que están presentes, de un modo u otro, en su manera de trabajar y de concebir el arte.

Recuerda en entrevista: Conocí a un hombre, bastante viejo, que me enseñó a encontrar manantiales de agua con una vara, donde apuntaba ella, ahí había agua.

Supo después que eso se llamaba radiestesis o radiestesia.

Fue así como crecí en un mundo donde lo que llamamos irracional no era prohibido.

Otra ocasión, en lugar de ir sobre el terreno para buscar el agua, este hombre dibujó un mapa del terreno y con la vara sobre el dibujo señalaba los manantiales.

A partir de ese día supe que el dibujo no era sólo una representación de las cosas, sino que dibujar era como desplazar hacia el papel los rasgos esenciales de las personas o las cosas, por eso cuando dibujo un personaje me pregunto quién es.

En ese sentido, considera que el dibujo es como un milagro, como una petición que da forma y organiza al mundo.

El arte es ilimitado

Tiempo después, mientras dibujaba la historieta Boca de diablo, cuya trama es de espionaje y transcurre en Rusia, Boucq concibió una situación en la que dos personajes discuten sobre Dios y la religión: Una discusión así podía darse de muchas maneras, entre ellas varias ridículas; como el debate ocurre en un lugar donde hay muchos micrófonos ocultos, los personajes desarrollan un idioma con fósforos, cortados y alineados en cierta forma.

Cuando se imprimió el cómic, Boucq envió un ejemplar al hombre que lo había iniciado en la radiestesis, éste después le llamó y le preguntó si conocía El péndulo de Salomón. François Boucq no lo conocía. Entonces el hombre le explicó que los símbolos utilizados por él en el cómic son los mismos que el bíblico rey Salomón ideó cuando mandó construir el templo de Jerusalén, en el que participaban maestros procedentes de muchas partes. Se trataba de un sistema común que facilitaba la comunicación y se ha utilizado también para marcar y ordenar las piedras utilizadas en la construcción de catedrales.

–¿Qué piensa de eso?

–Que cada quien lleva dentro un conocimiento sin límite, que el aprendizaje pedagógico nos ha hecho olvidar. Son formas de conocimiento que se pueden rencontrar por medio del arte.

–¿Es fácil admitir esto en la cuna de la Ilustración y del pensamiento racional?

–Cuando naces en la cuna del pensamiento racional te das cuenta de los límites de esta racionalidad. Pienso que la racionalidad es un tipo de locura colectiva. Cuando empecé a dibujar me di cuenta de que no era nada racional dibujar; sí tienes la técnica y la ciencia del dibujo, pero la parte artística no es racional.

Esas otras formas de conocimiento son el tema de la exposición Alter nativas (medicina), que se presenta en la Alianza Francesa de Polanco y concluirá exhibición el 17 de marzo. Boucq vino a México a inaugurarla. Es el motivo de la entrevista (con la mediación como intérprete de Julia Pentecouteau).

Son 20 acuarelas realizadas durante distintas estancias en México, en las que registra personajes y situaciones relacionadas con la medicina alternativa de origen prehispánico, caracterizada por un fuerte componente mágico-religioso.

El autor de la presentación de la muestra y de los textos que acompañan a varias de las acuarelas es el cineasta, actor y escritor Alejandro Jodorowsky, convencido defensor de los beneficios terapéuticos de la magia, la brujería y el chamanismo, cuya premisa esencial es que la curación de muchos males físicos proviene de la curación del alma y del restablecimiento de la armonía entre lo divino y lo humano.

Son ideas que comparte Boucq.

–En esta forma de ver las cosas, ¿qué importancia tuvo el encuentro con Jodorowsky?

–Nuestros primeros encuentros fueron en el terreno artístico (ha trabajado en distintas historietas, como dibujante y guionista).

Después, la relación se desarrolló en un plano personal; empezamos a intercambiar puntos de vista sobre estos temas que son tan importantes para Alejandro como para mí, e iniciamos una reflexión común. Lo que me influenció mucho de él es su idea de que el arte es ilimitado, que no se puede quedar en la exploración artística, sino abrirlo a todas las posibilidades, sin limitarse.

–¿Cuándo y cómo entra en contacto con este mundo de los curanderos y la medicina tradicional mexicana?

–La primera persona que me introdujo en el tema fue Pablo Leder, un cineasta amigo de Jodorowsky. Él tenía muchos contactos con curanderos y chamanes en la ciudad de México, después encontró muchos en Oaxaca y Palenque por medio de otros amigos y así fue tejiendo una red paralela de contactos.

Al principio encontré algo de resistencia porque son gente desconfiada. El dibujo me ayudó mucho para que me aceptaran, porque no es intrusivo como, por ejemplo, la fotografía; el dibujo es más amable y facilita una relación más amistosa.

–¿Esta forma de conocimiento y autoconocimiento está en riesgo con las nuevas tecnologías y la comunicación despersonalizada?

–Por supuesto, ponemos máquinas entre la gente. A veces trabajo con photoshop y cuando abro el programa veo una lista de las 50 personas que lo desarrollaron y para mí es como pedirles autorización para trabajar a esos 50. En cambio, con el lápiz y el papel no debo pedir permiso a nadie más. Entre más pones de ti en las máquinas, más pierdes de ti mismo en tu interior.