En el mundo, cerca de 40 por ciento de los científicos de todas las áreas del conocimiento son mujeres, pero sólo 10 por ciento pueden acceder a puestos directivos o a dirigir instituciones académicas de reconocido prestigio, afirmaron investigadoras de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) asistentes al segundo Congreso Internacional sobre el avance de las mujeres en las ciencias.

Gabriela del Valle Díaz, catedrática del Departamento de Ciencias Básicas de la UAM y coordinadora general del encuentro, destacó que las mujeres que optan por buscar su desarrollo profesional en el campo científico no sólo enfrentan una doble jornada: en el laboratorio, el aula o la investigación de campo, y en el hogar, también sufren la discriminación de género en el salario, el acceso a becas y puestos de mando y toma de decisiones.

Indicó que aún se castiga socialmente y en lo profesional que una investigadora se tome unos años para formar su propia familia, que en promedio lleva hasta cinco años, lo que repercute en sus logros, ya que es mucho más difícil para ella retomar su carrera; sin embargo, lo hace, y con mucho éxito, pero con poco reconocimiento.

Lenilda Austrilinos, catedrática de la Universidad Federal de Alagoas, Brasil, afirmó que pese a los avances de las científicas en su formación y aportación para la innovación del conocimiento, prevalece un techo de cristal con el chocamos y no nos permite acceder a puestos de dirección, pues aun en el campo del saber se nos identifica como proveedoras de servicios, entre ellos el cuidado de la familia y de los ancianos, pero no para tomar decisiones y llevarlas a cabo.

Descalificación de experiencia

Es una realidad que lamentablemente se presenta en todo el mundo, en particular en América Latina, donde aún se discrimina a las mujeres sobre si tendrán o no la capacidad de responder a los retos científicos, aunque cuenten con la experiencia y el conocimiento, dijo.

Del Valle Díaz destacó que en la UAM desde su fundación, en 1974, no se ha incrementado la proporción de alumnas que optan por estudiar una ingeniería o ciencias exactas, a excepción de la biología, lo que indica que todavía falta mucho por hacer, y que estamos perdiendo a muchas científicas en el camino por no tener apoyo familiar o en el entorno escolar, de tal forma que desisten de seguir una vocación que las orienta a la física, química o las matemáticas.

Destacó la necesidad de impulsar una política de Estado que garantice condiciones de equidad en el desarrollo de una carrera científica, pues las investigadoras que perseveran en su formación lo hacen a pesar de todos los obstáculos, y no como parte de un sistema educativo que apoya su desarrollo académica para construir generaciones de científicas brillantes, pues aún se opta por mantener una visión masculina del conocimiento.