n memoriam Carlos Montemayor, un insólito mexicano de bien
La panorámica enumeración que propongo en estas líneas no pretende ser totalizadora, ni mucho menos. Se trata de compartir una visión sobre algunas de las obras sinfónicas mexicanas que nuestras orquestas han propuesto para sus programaciones de este tan celebrado y tan alicaído año. Y no puede ser totalizadora porque varios conjuntos sinfónicos apenas han anunciado sus primeras temporadas de 2010. No dudo, sin embargo, que esta breve y parcial revisión pueda resultar ilustrativa para el melómano verdaderamente interesado en nuestra música, más allá de las hipócritas celebraciones coyunturales.
La Orquesta de Cámara de Bellas Artes se atreve a programar un Moncayo (Homenaje a Cervantes) que no es el Huapango, y ofrece además el estreno de un Concierto para piano de Eduardo Angulo y sendas obras de Carlos Chávez y Gina Enríquez, así como La madrugada del panadero de Halffter. Por su parte, la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM) ha propuesto un programa enteramente mexicano que incluye otro Moncayo (Tierra de temporal) junto con partituras de Revueltas, Márquez, Castro y Zyman. Se incluyen también el Poema elegíaco, Chapultepec y Ferial de Ponce; la muy infrecuente obra Oithona, de Castro; los Caballos de vapor, de Chávez; el Concierto para piano improvisado, de Toussaint; de nuevo La madrugada del panadero, y Jericó, de Alexis Aranda.
La Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México lleva a las prepas y otras instituciones universitarias, así como a su gira por el sureste, programas fundamentalmente mexicanos: Castro, Revueltas, Márquez, Chávez, Ruiz Armengol y Moncayo. A su vez, la Orquesta Sinfónica Juvenil Carlos Chávez ofrece la novedad de una marcha conmemorativa de Rafael Ordóñez, y más tarde, un programa que incluye Tierra de temporal y La madrugada del panadero. Casi al final de su primera temporada, tocará Encuentros, de Zyman, misma obra programada por la OFCM. La Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional también propone Tierra de temporal (partitura magnífica, por cierto), e incluye en su programación el Concierto candela para percusiones, de Gabriela Ortiz, y Viento y lluvia, de Lilia Vázquez Kuntze, además del Homenaje a Federico García Lorca, de Revueltas. Para su temporada de verano, la Orquesta Sinfónica de Minería interpretará la Paráfrasis orquestal de Aura, de Lavista; un par de piezas corales de Chávez, el Postludio, de Gutiérrez Heras, y el estreno de Tres laberintos concertantes, de Zyman.
La Orquesta Sinfónica Nacional comienza con Revueltas (Toccata sin fuga) y Chávez (Concierto para violín), programa la Sinfonietta, de Moncayo; retoma el Concierto de Minería para flauta, de Zyman; hace la obertura Primavera de Beristáin; la suite de Florencia en el Amazonas, de Catán; hace el estreno latinoamericano de Khronos, de Aranda; la Sinfonía breve, de Gutiérrez Heras; Metro Chabacano, de Álvarez; Pueblerinas, de Huízar; la Gavota, de Ponce; el estreno absoluto del Concierto para dos arpas, de Armando Luna; propone Planos y Danza geométrica, de Revueltas en el mismo programa; estrena una pieza para fagot y orquesta de Jorge Torres Sáenz; toca el Poema de Neruda y el Homenaje a Cervantes, de Galindo; el Concierto para violín, de Halffter; el Intermezzo de Atzimba, de Castro; el estreno de un Concierto para violoncello, de Lavista, y de otro para clarinete de Toussaint, así como de una obra nueva de Federico Ibarra; el Chapultepec, de Ponce; una muy bienvenida ejecución de la Sinfonía No. 1, de Julián Carrillo; una de las baladas de Jiménez Mabarak. y los Caballos de vapor, de Chávez.
He ahí, pues, un compacto panorama de lo sinfónico mexicano para una parte de 2010. Chilangocéntrico como la falta de información me obliga a ser, me quedaría por hacer un inventario análogo sobre las orquestas del interior. Ahí queda entonces la enumeración, para que los melómanos hagan sus propias consideraciones.