Zarzuelas y cantos de España y Concierto mexicano, editados por Pentagrama
El pianista y el autor de Las armas del alba compartieron 11 años de música y amistad
Lunes 1º de marzo de 2010, p. 4
Entre las pasiones del maestro Carlos Montemayor se encontraba una afición que desempeñaba con rigor y profesionalismo: la de cantante como tenor lírico. Gusto que resultó en cinco discos compactos de ópera, zarzuela y napolitanas.
Los dos últimos llevan por títulos Zarzuelas y cantos de España y Concierto mexicano, editados por Pentagrama, que saldrán a la venta esta semana, adelantó el compositor y pianista Antonio Bravo, quien acompañó a Montemayor durante 11 años en esa fructífera travesía musical.
Montemayor grabó una serie de canciones dedicadas a la música alemana, las cuales, luego de valorar cómo serán editadas por dicho sello musical, se pondrán en circulación en fecha aún por confirmar
, añadió Bravo, quien acompañó a Montemayor en su faceta como tenor.
La iniciación formal de Carlos Montemayor en el ámbito músical ocurrió cuando fue invitado por el escritor Héctor Anaya a sus programas culturales sabatinos Abrapalabra y Gente de palabra, los cuales se trasmitían por la XEW, en la época en que Ricardo Rocha dirigía Televisa Radio.
Héctor Anaya sabía de esa otra pasión de Carlos Montemayor, la cual, de hecho, fue la primera que tuvo, pues él iba a ser músico: estudió guitarra antes que literatura
, recordó Bravo.
“Anaya lo invitó a que cantara, y la respuesta de Carlos fue: si en tres días me consigues un pianista para que me acompañe, y si me pongo de acuerdo con él, canto en tu programa. El pianista fue Antonio Bravo, con quien fraternizó más allá de lo musical.
En la intimidad Montemayor tenía gran sentido del humor. Por supuesto reflexionaba sobre el compromiso social, pero también le encantaba contar los nuevos chistes.
Esa relación musical generó cinco producciones discográficas, entre ellas Zarzuelas y cantos de España y Concierto mexicano, los cuales alcanzó a escuchar y compartir con sus amigos. “Incluso –compartió Bravo, como integrante cercano a la familia– una de sus hijas llevó una computadora ahora que él estuvo inconsciente y en un gesto maravilloso le puso unos audífonos.
Fueron 11 años, muchas horas de ensayos y de música
, recordó el pianista.
Como lingüista, Montemayor trataba los textos musicales con mucho rigor. Su trabajo era minucioso por la dicción, por la palabra precisa, por el respeto al texto de las arias de ópera, por la zarzuela y las napolitanas.
Aquello era muy importante, ya que las traducía a veces en el momento, para darles cierto matiz de acuerdo a lo escrito. Como gran literato y poeta, tenía mucho cuidado con las partituras, recordó Bravo.
“Era un tenor lírico. Aunque cuando empezó a vocalizar, y quizá por influencia de uno de sus maestros, Roberto Bañuelos, se inició como barítono, y luego pasó a tenor. Empero, esa parte de los graves del barítono también la tenía. Con el tiempo, obviamente, la voz perdió un poco de agudos y hacia el final de su vida, a partir de los 60 años, fue un tenor dramático, en momentos abarítonado.
Si bien perdió en agudos, ganó en graves y en armónicos. Ésas eran sus tesituras.
Su discografía está integrada por El último romántico, Canciones italianas y Napolitanas (álbum doble), Canciones de María Grever, y ahora Zarzuelas y cantos de España y Concierto mexicano.