Opinión
Ver día anteriorJueves 25 de febrero de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El abrazo simbiótico
E

n The Great Financial Crisis (Monthly Review, 2009), John Bellamy Foster y Fred Magdoff arrojan luz sobre las causas y consecuencias del grave trance que enfrenta la economía de Estados Unidos y del mundo. Los autores actualizan líneas de análisis e interpretación ofrecidas por Paul Sweezy, Harry Maggdof y Paul Baran. Lo hacen de manera concisa y sugerente, permitiéndoles captar las tendencias de fondo de las vicisitudes que a diario informa la prensa, como el abrazo simbiótico entre estancamiento y explosión financiera, reconocido aún en medios empresariales.

Como la gama de temas presentados es amplia y compleja me centraré un algunos asuntos de interés inmediato, como el problema clave del crédito que los autores retoman, y la especulación en el proceso de absorción de excedentes recordando cómo, en vena autocrítica, décadas después de publicado El capital monopolista, Sweezy enfatizó (en 1994) que lo único que podía afirmar con confianza “…es que sólo será posible lograr una mejor compresión de la sociedad del capitalismo monopólico de hoy, sobre la base de una teoría más adecuada de la acumulación capitalista, con énfasis especial en la interacción entre la dimensión real y financiera que ahora posee”. De aquí que se traiga a la memoria que ha sido la coexistencia entre la perceptible tendencia al estancamiento que caracteriza la evolución del capital monopólico desde finales del siglo XIX y la hipertrofia financiera, centrada en la especulación, resultado de las decrecientes oportunidades para la apropiación de excedentes en el aparato productivo, que gesta lo que se conoce como la hipótesis de la inestabilidad financiera.

Planteada por Hyman Minsky, resulta de la tendencia de las economías centrales hacia estructuras financieras cada vez más frágiles que, sin apoyos en el aparato productivo, generan crisis cuya extensión e intensidad se va incrementando.

En criterio de Harry Magdoff, ya desde la reaparición del estancamiento a mediados de los sesenta, resultaba crucial aclarar no sólo el papel del crédito y la especulación en la expansión y contracción de los excedentes, sino también la interrelación entre Estados Unidos como banquero mundial, el dólar como moneda internacional, las dificultades en la balanza de pagos y la naturaleza internacional de la economía de Estados Unidos. No hay duda, dicen los autores, de que el capital monopólico-financiero requiere de más intervención en la vida económica y social de los países pobres, para extraer aún más excedentes de la periferia. El tercer mundo ha vivido por largo tiempo una enorme transferencia neta de excedentes.

Ese fenómeno fue estudiado y calibrado por Pablo González Casanova (PGC), autor de un índice compuesto de transferencia neta de excedentes de la periferia a los países capitalistas centrales. Demostró que el neoliberalismo aceleró las transferencias a favor del centro y en detrimento de la periferia y lo sustentó en fuentes estadísticas oficiales. En La Explotación Global (Ceiich/UNAM 1999) además propuso y analizó los efectos de las transferencias de excedentes de los asalariados a los no asalariados, fenómeno que originalmente afectó a los trabajadores de la periferia y cada vez más afecta a los del propio centro.

Hasta 1995 las pérdidas acumuladas –en 23 años– por los países pobres fueron poco más de 4.5 billones de dólares, una proeza oligárquico-imperial a base de bayonetas y reformas estructurales. Se pone de manifiesto, con Marx, que la acumulación de la miseria es una condición necesaria que corresponde con la acumulación de la riqueza: y también la relación entre las crisis del capital monopólico-financiero, el imperialismo, el estado de excepción y de guerra.

Como el abrazo simbiótico ahoga la capacidad del sistema para superar sus contradicciones, resulta imposible plantear una alternativa, como dice PGC, sin afrontar las relaciones de dominación y apropiación, depredación y explotación.