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Finanzas públicas

Grecia en el pozo
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Integrantes de la comunidad de Bangladesh en Grecia muestran pancartas en las que exigen al gobierno socialista que sean legalizados todos los inmigrantes, durante una movilización de unas 500 personas, el sábado pasado en el centro de AtenasFoto Ap
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Periódico La Jornada
Martes 23 de febrero de 2010, p. 24

Cuando los ministros de finanzas de la Unión Europea tuvieron una reunión informal en Bruselas, el 11 de febrero, sólo había un tema en la agenda: cómo ayudar a Grecia a evitar una moratoria en sus deudas, y a la vez tranquilizar a los mercados de bonos de que otros países de la zona euro con altos déficit, como Irlanda, Portugal y España, eran apuestas seguras.

Al cerrar este informe, sólo se habían delineado los elementos básicos de un posible apoyo a Grecia. Está en juego el orgullo, así que será una solución europea, en la que el FMI se limitará a un papel de consejero. Será un esfuerzo conjunto encabezado por Francia y no con muchas ganas por Alemania, el país con mayores recursos. Berlín teme que un rescate sólo estimule mayor prodigalidad.

Actuar en concierto limita el costo político de rescatar países. Contribuye a presionar a Grecia para que aplique mayores reformas y recortes en el gasto público. Pero la necesidad de coordinación dificulta actuar en forma decisiva y deja nerviosos a los mercados de bonos. Los fondos serán limitados, quizás apenas lo suficiente para ayudar al país a cumplir sus obligaciones inmediatas (20 mil millones de euros de sus deudas vencen en abril y mayo). La ayuda podría tomar la forma de una garantía sobre bonos de refinanciamiento o una compra directa de esos bonos por los países rescatistas.

Se dice que una razón de dejar fuera al FMI es que su director, Dominique Strauss- Kahn, podría ser rival del presidente Nicolas Sarkozy en las elecciones francesas de 2012. Si Europa desaira al FMI, con el tiempo podría tener que instaurar un clon –un fondo monetario europeo– para atender crisis futuras. La idea tiene poco apoyo por ahora, al parecer. La respuesta ad hoc a la crisis griega podría reflejar en parte el temor de que una institución formal, con personal, presupuesto y capacidad de recaudar fondos en los mercados de capital, estaría demasiado cerca de una unión fiscal, que no muchos países tolerarían.

Para algunos, el rescate de Grecia marca una nueva ola de la crisis financiera global. La primera tuvo que ver con la solvencia de los bancos; ésta se refiere a la solvencia de los estados soberanos. Sin embargo, los problemas de finanzas públicas de Grecia empezaron a gestarse mucho antes de que los bancos de países ricos comenzaran a resquebrajarse. Cuando se unió al euro, en 2001, su deuda pública ya representaba más de 100% del PIB. Pese a una prolongada bonanza impulsada por las bajas tasas de interés dentro de la zona euro, Grecia hizo poco por reducir su persistente déficit.

Luego que su gobierno admitió, en octubre pasado, que su déficit presupuestal sería equivalente a 13% del PIB, más del doble de lo previsto, el costo del crédito para el país comenzó a encarecerse. Los inversionistas en bonos se intranquilizaron aún más por la revelación de que Grecia había reportado una deuda inferior, al no registrar cuentas por pagar en sus libros. Con este impacto en la credibilidad del país, es posible que ni el severo programa de austeridad anunciado a principios de febrero eleve la confianza.

La posibilidad de un rescate generó cierta calma en los mercados financieros, aunque existe el riesgo de que la falta de detalles desencadene nuevos paroxismos. El rendimiento de los bonos griegos a 10 años cayó por debajo de 6% el día anterior a la reunión de la UE; a finales de enero había pasado de 7%. El euro, que había estado retrocediendo firmemente frente al dólar, se apreció un poco.

Ciertos eurócratas (y más de una persona en Grecia) sienten que los especuladores han tomado por encargo a la zona euro. Subrayan que la carga de su deuda no es peor que en otras partes del mundo rico. La OCDE calcula que la deuda pública en Gran Bretaña y Estados Unidos será más alta que en la zona euro hacia 2011, en proporción al PIB. El problema de la zona euro es que tiene puntos problemáticos, como Grecia, cuyas finanzas son peores que el promedio, y sin medios (hasta ahora) para abrir el crédito de sus hermanos más prósperos.

E incluso esa comparación podría resultar demasiado amable. Los inversionistas en bonos se han preocupado por que los países con altas necesidades de crédito acumulen un monto aún mayor de deudas. En el futuro, podrían inquietarse más por las perspectivas de crecimiento del PIB a largo plazo. Las economías mal administradas no pueden sobrellevar por siempre una gran carga de la deuda, y los países de la zona euro con las cargas de deuda más pesadas también enfrentan severos obstáculos al crecimiento. Componer las finanzas públicas es apenas el principio.

Fuente: EIU

Traducción de texto: Jorge Anaya