Podemos inferir que con la reforma curricular de la educación básica las autoridades educativas buscan pasar a la historia, pero cuesta mucho trabajo entender si lo quieren lograr por los avances o por los retrocesos que signifique, ya que al revisar los enfoques, las asignaturas y los contenidos que pretende reformar, lo que se alcanza a colegir es un retroceso de por lo menos diez años en la educación primaria y secundaria en nuestro país.

¿Alianza
o contubernio?

Magda Riquer Fernández

Una de las conclusiones más significativas del Foro sobre la política educativa en México: balance de medio término, organizado recientemente por el die, el INIDE y la OCE1, es que el gobierno se ha ocupado más de hacer política que de plantear una política educativa como tal.

En lo que concierne a la educación básica, que fue uno de los temas ampliamente analizados y discutidos, concretamente la llamada Alianza por la Calidad de la Educación (ACE), pactada entre la SEP y el SNTE –las cúpulas, ya se sabe– parece más un contubernio para que todo siga igual o, peor aún, para que sea peor; si no, reflexionemos tan sólo en algunas de las prácticas que la ACE incluye:

El concurso para la selección de los maestros, aparte de la cuestionable validez del instrumento utilizado en cuanto a que evalúe lo que pretende, resulta que después del escándalo organizado por los medios de comunicación, son muy pocos los profesores que aun habiendo pasado el examen tienen plaza asignada. Eso, sin contar con que la selección de los maestros que lo presentaron fue sesgada, ya que hay secciones estatales que ni siquiera participaron. Además, no existe un padrón realista de las plazas, nadie sabe realmente cuántas se necesitan, en dónde y mucho menos cómo se distribuyen.

Podemos inferir que con la reforma curricular de la educación básica, las autoridades educativas buscan pasar a la historia, pero cuesta mucho trabajo entender si lo quieren lograr por los avances o por los retrocesos que signifique, ya que al revisar los enfoques, las asignaturas y los contenidos que pretende reformar, lo que se alcanza a colegir es un retroceso de por lo menos diez años en la educación primaria y secundaria en nuestro país. Evidencias de ello son: la falta de un diagnóstico que justifique los cambios que se proponen; la incorporación del término competencias, del que cada quien interpreta lo que quiere y muy pocos se cuestionan su origen; la modificación en muchos de los contenidos, la velocidad con la que elaboraron los materiales; la publicación de los programas sin sus planes de estudio; la aplicación piloto sin que los profesores contaran con los materiales completos; estos son, en fin, algunos de los argumentos, que además, en todos los casos reflejan el desconocimiento de la investigación y el trabajo que se ha venido realizando desde los años noventa. Lo único que sí se mantiene es el principio inamovible de nuestra cultura política: cada seis años comenzar de cero y apostarle a descubrir el hilo negro…. Imposible reconocer avances y propuestas de los antecesores, ¡ni siquiera si son del mismo partido!

Algunas de las modificaciones y ajustes en los contenidos de los libros de texto elaborados para esta reforma son alarmantes, como el que ocurre con el de Ciencias Naturales de sexto grado que en el tema del origen de la vida en el planeta, coloca teorías, creencias y especulaciones en el mismo nivel de estudio y análisis, alterando con esto la comprensión de las diferencias entre ciencia y creencia, y con ello facilitando el mantenimiento de un pensamiento mágico que no distingue entre el rigor de la investigación científica, que otorga validez universal a sus hallazgos, y las especulaciones o creencias que cada quien es libre de tener, pero que no pertenecen a la categoría de conocimiento científico. En el mismo texto, en el tema de la reproducción humana, el sesgo en el uso del lenguaje, la insuficiente y equívoca información, bloquean la posibilidad de educar en equidad de género, además de que sus contenidos son incongruentes con el carácter laico de la educación en el país.

Para matemáticas se usa, en lugar del libro de texto, lo que llaman cuadernos de trabajo, que son compendios de los planes de actividades de clase elaborados por algunos profesores; no cuentan con el sustento teórico que apoye la comprensión y el razonamiento matemático, lo que lleva de vuelta a la concepción errónea (superada hace muchos años) de que “haciendo” se aprende matemáticas, cuando esto es sólo el primer paso. Frente a esto, parece minucia que en español se haya impuesto el tema del correo electrónico, ¡hay que enseñarles a abrir una cuenta a los niños de sexto! Peor aún es la falta de correspondencia entre enfoque y materiales de la asignatura de Educación Cívica y Ética que, además, no tiene horario propio; es decir, sigue siendo el comodín del currículum, manteniéndose así la creencia equivocada en su poca importancia.

En los textos de primer año la situación lejos de mejorar se agrava y mucho, ya que carecen de una propuesta de alfabetización inicial que, dicho sea de paso, se había logrado bastante bien en el texto anterior, además de los errores y las inconsistencias en la redacción presentes en el nuevo.

Otro de los temas tratados fue la equidad en la educación, asignatura pendiente que seguirá siéndolo, ya que si partimos de la confusión que demuestran en la comprensión del problema, demasiado complejo para atacarlo solamente con el argumento de la igualdad de oportunidades, sin referencia a la calidad y la pertinencia, así como las cifras que se derivan de estos falsos supuestos, llevaron a la conclusión de que aún se está muy lejos de conseguir algún avance en este sentido, ya que la inequidad en educación en el país ha ido incrementándose desde el año 2000.

Estos son algunos de los argumentos que originaron la duda inicial de este artículo; la lectora, el lector tienen la palabra.


1. Departamento de Investigciones Educativas,Cinvestav, IPN; Instituto de Investigaciones en Desarrollo de la Educación, UIA; Observatorio Ciudadano de la Educación

Magda Riquer es doctora en Psicología Social, especialista en educación.
[email protected]

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