Mientras Arturo Macías El Cejas continúa recuperándose de la cornada de 12 centímetros en la axila derecha, que recibió el domingo pasado en la Monumental de Mérida, el colombiano Ricardo Rivera sigue muy adolorido, a causa de la herida de tres trayectorias en la rodilla izquierda, que, anteayer por la tarde, sufrió durante la lidia del octavo de la tarde, al que le estaba cuajando un faenón, en el Nuevo Progreso de Guadalajara.

Ahí mismo, pero ayer, el virtuoso caballista navarro Pablo Hermoso de Mendoza le cortó una oreja al primero de su lote –de otra mansada de Bernaldo de Quirós–, alternando con Joselito Adame (ovación y silencio) y Mario Aguilar (silencio y silencio), que se llevó de recuerdo un puntazo leve.

Por su parte, como era de esperarse, el michoacano Fernando Ochoa, el francés Juan Bautista y el tapatío Pepe López aburrieron mortalmente al escasísimo público que acudió a bostezar en los fríos tendidos de la Plaza México, donde transcurrió con mucha pena y ninguna gloria la antepenúltima, penúltima o, quizá, última corrida de la temporada de invierno 2009-2010.

Para terminar de servir los últimos tres platos fuertes que anunció en octubre, cuando dio a conocer el elenco de las figuras que harían honor al derecho de apartado, al empresario Rafael Herrerías nada más le faltaría que actuaran Enrique Ponce, Morante de la Puebla y Hermoso de Mendoza. Pero...

Desde el principio de la temporada, Ponce presentó un certificado médico para justificar su ausencia del pozo de Mixcoac. Del caprichoso Morante de la Puebla –a veces artista enorme, a veces abúlico hasta el colmo de provocar indignación–, nada se supo, excepto que, en mayo, será el padrino de confirmación de alternativa de Arturo Macías en Las Ventas, siempre y cuando El Cejas salga airoso de las Fallas de Valencia, que marcarán su debut en el reino de Juan Carlos I, y de la feria de abril en Sevilla, donde al parecer ya tiene comprometida una fecha.

Hasta ayer, se hablaba del inminente retorno de Hermoso de Mendoza a la México, pero lo que parecía una certeza, de pronto se volvió una mera suposición; de allí que, ahora, nadie sepa con seguridad si la de ayer fue la última, la penúltima o la antepenúltima función del serial de invierno, en el que además de tomarle el pelo a los tenedores del derecho de apartado con el cuento de que vendrían todas las figuras que prometió, el empresario incumplió otra oferta: que todas ellas (las figuras) actuarían cada una dos tardes.

En la realidad, sólo repitieron José Mari Manzanares, Morenito de Aranda y El Capea (que no son figuras), y Sebastián Castella, no así José Tomás, El Juli y Daniel Luque, aquel pálido y esmirriado madrileño que, la tarde de su presentación ante los capitalinos, estuvo doblándose de dolor a causa del mole que comió la víspera y le hizo picadillo el estómago.

Una vez más, Herrerías confeccionó ayer un cartel de relleno, ahora con dos mamarrachos y un turista, que estuvieron por debajo de los bien presentados toros de Xajay. Ante ellos, Ochoa, Bautista y López convirtieron la fiesta en suplicio, y aportaron nuevos y mejores argumentos en favor de quienes pugnan por la abolición de las corridas, sin necesidad de que abogue por ellos el diputado del PRI que en su ignorancia califica a los taurinos de sicópatas. Si se pusiera a investigar, qué no encontraría...