Oteando un horizonte sombrío
arios colectivos
escudriñan el futuro de México, en la UNAM, en la Uia y en muchas partes. Un grupo interesante, Centrus/GMC, publicó Escenarios de México para 2010-2012 (Carpeta Púrpura 548). La futurología es desatada por la angustia colectiva. Al iniciarse las actividades del año, el impasse se rompe y los hechos se imponen.
Qué difícil no ser pesimista. Nos informamos cada día y cada semana de la tendencia al deterioro en todas las áreas. México no sale de la recesión, y los bajos salarios, el desempleo, la inseguridad, la falta de acceso a la salud y a la seguridad social indican que el país está en el peor momento que recuerdan las actuales generaciones. Incluso para los más serios analistas, una convulsión política pasa de ser posible a ser probable.
A la recesión económica se asocia la inflación. Podemos superar 7 por ciento, o casi 10. El narco se impone y asalta. En Ciudad Juárez acribilla a unos jóvenes en una fiesta. La partidocracia se burla de la reforma de Calderón. Éste se debilita día con día, como lo demuestra el patético episodio de Fernando Gómez Mont.
La ineptitud gubernamental provoca que contingencias naturales se vuelvan desastres, como la inundación de detritus en Valle de Chalco, previsible desde hace años, de la que no se defendió a la población a pesar de tenerse recursos que se desvían a la propaganda para exaltar las virtudes inexistentes del gobierno, o a Enrique Peña Nieto como precandidato a la Presidencia.
La decadencia es un proceso dinámico. No se detiene con planes integrales, discursos, reuniones ni gesticulaciones. Avanza erosionando la vida pública, emponzoñando la vida privada.
¿Cómo responde el gobierno? Atrincherándose, afinando su alianza con el PRI, haciendo más concesiones a los grupos de interés, garantizando la impunidad, manteniendo a la población semiadormecida con una inversión criminal por su costo en los medios masivos.
¿Qué podemos hacer nosotros? Los que estamos trabajando con AMLO tenemos una respuesta: organizar una oposición pacífica y extenderla sin aspavientos en toda la República. Pero no será suficiente sin un apoyo generalizado. Y aquí, amigo lector, le propongo con respeto que piense qué puede hacer por México. Y no se adorne
diciendo que es ciudadano del mundo o que el país es un tenis viejo y roto que no tiene remedio. Acepte que México lo necesita a usted y nos necesita a todos.