Inundaciones sin responsables
Los apagones afectaron el sistema de bombeo
odo nos haría pensar, a partir de la información oficial, y sin hacerlo con mala fe, que las inundaciones que sufrieron miles de habitantes de cuando menos tres delegaciones de esta capital son, simplemente, designio divino, y nadie –pese a las acusaciones de un lado y de otro– es responsable de la desgracia a nivel gubernamental, ya sea federal o estatal.
No obstante, hace falta, para la tranquilidad de la gente que habita el DF, principalmente en las zonas de los Arenales, en Venustiano Carranza, o de Iztapalapa, una explicación que dé idea de lo que sucedió la semana pasada.
Queda claro que el agua que recibió la ciudad no es ni con mucho lo acostumbrado, que por ser época de estiaje se efectuaban trabajos en el emisor central del drenaje que hace posible el desalojo de las aguas negras y pluviales de la ciudad, que la cantidad de basura acumulada en las atarjeas impidió el fluir de las aguas hacia el mismo drenaje, pero no obstante todo ello, queda en todos la pregunta: ¿qué pasó?
Bueno, desde tiempos de Cuauhtémoc Cárdenas, o desde siempre, la posibilidad de una inundación fue una de las preocupaciones principales del grupo gobernante. Si se hace un poco de memoria se podrá hallar con facilidad que el ingeniero César Buenrostro, entonces encargado de la Secretaría de Obras del DF, se metió, entre otras cosas, a desazolvar el sistema de drenaje, lo que serviría para ayudar al drenaje de las aguas negras de la ciudad.
La alarma provenía de datos concretos que indicaban que el hundimiento de la ciudad había invertido el orden de infraestructura hidráulica de la capital del país, es decir, se modificó debido al hundimiento, la inclinación del Gran Canal, que sirve para expulsar el agua sucia. Ese Gran Canal estaba ya por encima de la ciudad. El pronóstico era terrible: en cualquier momento la ciudad se podría ver inundada de aguas negras.
La preocupación también se hizo patente en el trabajo de Andrés Manuel López Obrador que, frente a las circunstancias, mandó construir un sistema de bombeo que debería funcionar en caso de que el agua sucia se regresara a las calles del DF. Ese sistema de bombeo impediría las inundaciones.
Se trataba de un seguro contra un accidente ambiental, como el que se vivió. Sí, es verdad, llovió más que cuando es temporada, pero no cayó, en una hora o dos, un bloque de agua sobre la ciudad que hubiera sido imposible de desalojar; fue una lluvia escasa constante, eso sí, que hizo realidad el temor de los gobiernos del DF.
Dentro de las muchas cosas que aún no quedan claras es por qué no funcionaron las bombas que deberían haber desalojado las aguas negras. El Sindicato Mexicano de Electricistas advirtió que fueron los apagones que aún se sufren en el DF lo que evitó que las bombas cumplieran con su trabajo, y esa versión parece correcta, cuando menos creíble.
La crisis de energía que se vive en el DF, y que fue causada por la irresponsabilidad de Felipe Calderón y su secretario del Trabajo, tiene a la ciudad en oscuridad parcial cotidiana, y sí, las bombas del drenaje pudieron ser dañadas.
Lo grave es que nadie en las esferas gubernamentales se atreva a dar una explicación del porqué no funcionó ese sistema que, por otro lado, ha salido del discurso oficial. ¿Será que nadie se quiere hacer responsable directo de lo que pudo haber evitado? Si es así, estamos frente a una complicidad inadmisible para la población. Ojalá y la Comisión de Derechos Humanos del DF logre una buena respuesta.
De pasadita
El próximo viernes, en el Museo de la Ciudad de México, se iniciará un movimiento para pedir, con firmas y cartas, la renuncia de Felipe Calderón. ¿Será?
Por otra parte, dicen que Cuauhtémoc Cárdenas está decidido a formar un nuevo partido político, y que quien más alegra el asunto es René Arce, el ex cacique de Iztapalapa; a la idea de Cárdenas le ayuda la situación caótica del PRD, cada vez más podrido en sus alianzas, pero a Arce parece que sólo lo impulsa el odio político. ¡Qué barbaridad!