Omara Portuondo presentará el próximo jueves su reciente disco en el Metropólitan
Es un agradecimiento al público, a los músicos y al canto campesino, afirma la Reina del filin en entrevista
Hace duetos con Chico Buarque y con su nieta Rossio, entre otros
Lunes 8 de febrero de 2010, p. a15
Gracias “es de verdad un agradecimiento por el apoyo en 60 años de carrera: al público, a los músicos, al canto campesino… Seis décadas resumidas que comparto con mi gente, a la que dedico todo mi amor por vivir”, dice la cubana Omara Portuondo, llamada Reina del filin.
Una dulce voz se escucha a través de un auricular, desde La Habana; es la reconocida dama del combo Buena Vista Social Club, quien platica a La Jornada sobre la presentación en la ciudad de México de su reciente disco, que considera el mejor
, del cual se escucharán algunas piezas el próximo jueves en el teatro Metropólitan, donde se presentará acompañada de un extraordinario grupo, integrado por algunos de lo músicos con quienes grabó el álbum.
Omara Portuondo, primera artista cubana residente en la isla en asistir a una ceremonia de premiación en Estados Unidos, como fue la entrega de los Grammy Latinos (el pasado noviembre; incluso fue postulada y premiada en la categoría de mejor álbum tropical contemporáneo), afirma que Gracias (título que se desprende de la pieza que el uruguayo Jorge Drexler compuso ex profeso para ella) es un regalo especial: una selección de los temas que me han marcado a lo largo de mi carrera. Tiene además a unos colaboradores extraordinarios
.
Uno de esos colaboradores especiales
es su nieta Rossio, con quien cantó a dueto la pieza Cachita: Fue una sorpresa que me dieron mi hijo y ella. En un descanso de una sesión nos pusimos a cantar. Siempre lo hacemos. Era una canción que nos gusta mucho a las dos. La cantamos y grabamos por el simple gusto, pero no supe que al final el productor Alé Siqueira la dejaría en la placa
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Guiño a la música africana
Pero también hay otras canciones: de Amaury Pérez, Vuela pena; de Chico Buarque, con quien también canta a dúo, O que será. También está Nuestro gran amor, que es su recuentro con Chucho Valdés. Con el camerunés Richard Bona regala Drume negrita, guiño a la música africana, entre otras piezas con extraordinarios arreglos, algunas de las cuales se escucharán en México, país “con el que, no me cansaré de repetirlo, tengo una relación de mucho tiempo y muy especial que le ha dado un sabor esencial a mi vida. He aprendido de mis maestros mexicanos, como Agustín Lara, Pedro Vargas, Cantinflas (…)”
La habanera Omara creció rodeada de música. Un tiempo fue bailarina del Tropicana. Su primer grupo, al que pertenecía su hermana Haydee, se llamaba Los Loquibamba (en el que figuraban César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez y Frank Emilio Flynn), que hacían una especie de bossa nova cubanizada con toques de jazz, que por los años 50 se conoció como feeling y se castellanizó como filin, ritmo que tuvo su auge con la formación del Cuarteto Las d’Aida, integrado, además de las hermanas Portuondo, por Elena Burke y Moraima Secada, bajo la dirección del pianista Aida Diestro. Omara perteneció al grupo hasta 1967, cuando decidió hacer carrera en solitario.
Luego del triunfo de la revolución cubana, muchos artistas abandonaron la isla. Omara se quedó, para formar parte de combos como la Orquesta Aragón (en la que conoció a Chucho Valdés), con la que viajó por todo el mundo y grabó varios álbumes. Sin embargo, que el hecho que la lanzó en el plano internacional fue la creación del Buena Vista Social Club, del cual el cineasta Win Wenders realizó un documental del mismo nombre. El filme contribuyó para que los talentosos músicos cubanos fueran reconocidos en el orbe.
Omara es ya un parteaguas en las relaciones culturales Cuba-Estados Unidos, al ser la primera residente en obtener el visado para asistir a un acto. En ocasiones anteriores, pese a que artistas cubanos habían sido propuestos a los Grammy, el gobierno estadunidense les había negado la visa. “No sé si haya resultado algo muy importante –comenta Omara–, pero agradezco la gentileza que ha tenido esa gente. Cuando llegué al país, pensé que solamente hablaría un poco en la ceremonia, pero luego me enteré de que sería premiada, lo cual fue una sorpresa. Ese galardón no sólo es mío, sino de toda la gente de toda Latinoamérica.”
Agrega: “Es que la música, aunque se escuche (como lugar) común, no tiene fronteras. El gobierno estadunidense podría dar más visas y no pasa nada.
Los artistas sólo quieren trabajar, mostrarse ante un público, como los cubanos hemos hecho con el mexicano. Recuerdo un intercambio, décadas atrás, entre artistas cubanos y mexicanos. Por ejemplo, a Benny Moré no lo conocí en Cuba, sino en México, y era porque podíamos compartir en otras partes nuestra música.
Mis plegarias son para Haití
La generosidad de Omara brota por instinto y, sin que se le comente, saca el tema de Haití: Los reconocimientos y esas cosas al final importan poco, cuando volteas y ves tan de cerca la tragedia. La pobre gente de Haití se las ha visto muy difíciles siempre y ahora con el desastre. Necesitan verdadera solidaridad, no sólo hacer ver como que se les ayuda. Todas mis plegarias son para ellos, que son un pueblo noble
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Y la música, sin duda, es la cura para cualquier clase de mal. Es lo que a los humanos nos alivia y nos pueda dar la vida
, considera Omara, de quien se acaba de presentar la biografía titulada Los ángeles también cantan, escrita por Óscar Oramas, quien la semana pasada la presentó en La Habana; en ella ofrece un repaso por los 79 años de vida de la cantante.
Omara Portuondo, acompañada de musicazos originarios de Cuba y Brasil: Swami Junior (director musical, guitarra), Omar González (contrabajo), Roberto Fonseca (piano), Rodney Barreto (batería) y Andrés Coayo (percusiones), recrearán la sabrosura y sentimiento de Gracias, en el Metropólitan (Independencia 90, colonia Centro) a las 20:30 horas.