De bandas a bandas
Cartulinas, gritos
Michoacán, ni disculpas
FC, ¿vivir en Juárez?
rece la indignación nacional por el manejo torpe, irrespetuoso y discriminatorio que el aparato de ineficacia activa llamado gobierno federal ha hecho en el caso de los jóvenes estudiantes ejecutados en Ciudad Juárez (entre otros ejemplos, léase el editorial de El Diario de Ciudad Juárez, titulado Es la hora de exigir cuentas, en http://bit.ly/cwKjGV). Felipe Calderón parece haberse esmerado en una conferencia de prensa en Tokio para encontrar la manera de prender mechas de irritación social al pretender una descalificación al vapor de lo sucedido en aquella mártir ciudad fronteriza (hasta la representación en México de las Naciones Unidas para asuntos de derechos humanos ha advertido la pifia y pedido que no se juzgue a priori). Pleito de bandas, dijo el encargado de usufructuar una banda tricolor; asunto de pandillas, esbozó el coordinador del grupo compacto que asuela a la nación, convertido ese practicante del muy caro turismo inútil en lanzador ejecutivo de hipótesis prematuras, juez instantáneo que es benévolo en televisables asuntos BarBarescos y es desdeñoso y clasista en masacres de barrio.
No sólo el comandante FC: también el hombre de las bandas gástricas, el secretario Gomón, que lanza advertencias a los familiares de los asesinados para que se sometan a la ley y así obtengan respeto, y juega con frases de demagogia que en las circunstancias actuales resultan dolorosamente burlonas por falsas: no se dejará a su suerte a Ciudad Juárez, dice desde Bucareli el segundo hombre del equipo que ha condenado al país entero, y en especial a Chihuahua y a Ciudad Juárez, a un baño de sangre mientras los autores intelectuales permanecen blindados en sus palacios y despachos electoralmente mal adquiridos.
En la propia Ciudad Juárez (diaria realidad de horror, narcodelincuencia desde los cárteles y desde los gobiernos; ciudad agudamente martirizada en un país hundido en desgracias), muchos ciudadanos aceleran su entendimiento de las causas de sus desgracias y mediante mantas, cartulinas, gritos y gestos, reprueban lo que han hecho y siguen haciendo las bandas de Calderón, José Reyes Baeza (el dizque góber que ha administrado lo que los verdaderos poderes con cuerno de chivo ordenan) y José Reyes Ferriz (el presidente municipal que vive en El Paso, Texas). En Villas de Salvárcar, en la calle Villas del Portal, una cartulina decía: Sr presidente hasta que no encuentremos responsables usted es el acesino
(foto y nota, en http://bit.ly/cwKjGV). Al gobernador priísta tampoco le ha ido bien, con todo y que empujó el trago amargo de cuando menos apersonarse en la colonia de la masacre e ir a asomarse a algunas casas de deudos, donde le dijeron que no tenía vergüenza y que exigían justicia y no visitas.
Para colmo de males oficiales, las historias mediáticas y judiciales no han funcionado esta vez. Con el pretexto del narcotráfico, con esa excusa extrajudicial que todo paraliza y acalla, se ha evitado el auténtico sometimiento al curso judicial (al imperio de la ley
, dirían los solemnes) de miles de asesinatos en el país, de violaciones a los derechos humanos, de asaltos armados a domicilios, de secuestro gubernamental de presuntos responsables de delitos, de golpes aparatosos a supuestos infractores de la ley que así pueden ser vistos en las presentaciones
ante los medios, de retenes contrarios a la letra constitucional que ya ni siquiera se amparan en presuntas revisiones militares relacionadas con armas y explosivos...
Esta vez, la maquinaria del miedo como instrumento de control social no tuvo la respuesta usualmente alcanzada: la presentación de un solitario e impreciso declarante, que según eso formaría parte de uno de los bandos en pugna, no sustenta ni apuntala la línea dictada desde Tokio por Feliz Calderón (perdón, es Felipe; perdón, no es La línea, sino la instrucción). Y la oportuna muerte del presunto jefecillo que habría ordenado la masacre, más que ayudar a creer las versiones gubernamentales crea suspicacias y hace parecer que hay urgencia por cerrar expedientes con chivos expiatorios vivos o muertos.
Hoy, muchos mexicanos están absolutamente seguros de que los guiones oficialmente presentados como verdad judicial (y sugerentemente promovidos en los espacios periodísticos oficialistas) acaban siendo patrañas sin sentido. Un ejemplo reciente es el de los funcionarios michoacanos que pasaron largos meses en la cárcel por acusaciones que no tuvieron posteriores pruebas suficientes y por tanto debieron ser desechadas, con lo que quedaron en libertad autoridades municipales y miembros del gobierno de Leonel Godoy a los que ahora ese calderonismo fallidamente acusatorio ni siquiera acepta ofrecer protocolarias disculpas. (Ah: el uso electoral de la PGR para modificar escenarios a gusto de la corte pinolera: ya sucedió en Jalisco con Arturo Zamora; en Sonora contra Eduardo Bours; en Zacatecas contra los hermanos Monreal; y el caso evidente de Michoacán, donde hermano en el poder pretende allanar el camino a la gubernatura a hermana habilitada como embajadora plenipotenciaria del PAN en esa entidad: michoacanazo con sabor a Cocoa).
Astillas
Sigue la telenovela internacional de nota deportiva convertida en roja... Vientos desatados, lluvia persistente, cortes prolongados de energía eléctrica, demagogia en las alturas, alianzas partidistas de desesperanza: escenarios helados y sombríos... Y, mientras se mantiene en los primeros lugares de los temas mexicanos de interés en Twitter la etiqueta #calderonasesino, y algunos participantes promueven que Felipe Calderón se vaya a vivir a Ciudad Juárez, con su familia, durante todo el tiempo que le tome controlar la violencia desatada, ¡hasta mañana, con Chente Fox convertido en filósofo y politólogo de altos vuelos que critica fundadamente las alianzas perreánicas y alerta sobre los daños profundos que el oportunismo de hoy causará en el sistema electoral (¿tan grave estará la cosa como para que el esposo de la señora Marta parezca sensato y reflexivo?)!
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