Un domingo cualquiera hay una constante entrada de visitantes al Museo Tamayo Arte Contemporáneo. El pasado domingo 24 no fue la excepción, aunque constituyó la última oportunidad de recorrer el recinto inaugurado en 1981, ver las exposiciones La línea del volcán, del portugués Pedro Cabrita Reis, y Tierra espiritual, selección del acervo del Tamayo, ya que el día siguiente éste cerró sus puertas con motivo de la ampliación de las salas de exhibición del lado este, que se aumentarán en alrededor de 700 metros cuadrados, en terreno que es propiedad del museo.

El proyecto arquitectónico y de ingeniería está a cargo de Teodoro González de León, quien diseñó el museo junto con Abraham Zabludovsky.

La buena noticia es que el Museo Tamayo volverá a abrirse parcialmente al público el 16 de abril, porque el lado oeste del edificio no se verá afectado por los trabajos de ampliación, incluso, las salas uno, dos y tres albergarán varias exposiciones: la primera de la serie Acercamientos al acervo, en torno a la colección permanente, con curaduría de Raimundas Malasauskas, lituano radicado en París, así como la primera de la serie Microhistorias y macromundos.

Prácticas artísticas

Sofía Hernández Chong Cuy (Mexicali, 1975), directora del Museo Tamayo desde junio pasado, explica que Microhistorias y macromundos consta de una serie de muestras a desarrollarse de aquí a 2012: En 2010 se analizará el siglo XIX, en 2011 el XX y en 2012 el XXI. Los primeros dos años retomaremos curadurías y prácticas artísticas que tengan que ver con metodologías de revisionismo histórico. En 2012 haremos una práctica metodológica especulativa, lo que llaman ahora práctica artística.

Para la primera de la serie tomamos el siglo XIX para revisar historias en los márgenes o que fueron opacadas. De Joachim Koester se mostrarán cuatro series de fotografía, donde se analizan varios temas, desde Kant hasta Thomas de Quincey y demás historias marginales de su proyecto. También, dentro de la sala dos, habrá un proyecto de otro artista, el español Adriá Julia, quien ha trabajado el tema de las diásporas, el cual consta de una sola pieza: una proyección de dos canales, de video y de cine 16 mm.

Agrega que en vez de hacer catálogos de todos estos proyectos, que en tres años van a conformar seis capítulos, haremos antologías. La primera sale en abril con textos de Koester, Julia, entre otros.

Desde el vestíbulo del museo, con vista al patio central, Hernández Chong Cuy anota que ya no está el proyecto del Cyberlounge, a la vez que expresa su beneplácito de que vuelve a ser el patio de esculturas, función para la que fue diseñado. Acota que los trabajos de ampliación también servirán para remover adiciones posteriores, una puerta aquí, otra allá, para dar de nuevo énfasis al recorrido propuesto por los arquitectos Zabludovsky y González de León.

La tienda se reubicará en la planta baja, en la última sala del lado este; en la planta alta se construirá un restaurante, cuya terraza tendrá vista a Reforma y Gandhi.

Al voltear hacia el piso superior, donde se encuentran las oficinas, la directora del Tamayo señala que esta área se destinará a los servicios educativos y que se hará un centro de documentación mucho más adecuado que el actual. Es probable que las oficinas se reubiquen en la parte ampliada.

Apunta, uno de los cambios que realmente quiero que quede de impacto durante mi tiempo aquí es que se haga una inversión en la investigación local, al referirse al equilibro que debe haber entre exposiciones que llegan de fuera y las que genera el museo.

Propuestas de 1994

Tras asumir su cargo, Hernández Chong Cuy estudió los archivos del museo y encontró un documento que se remonta a la época en que Cristina Gálvez dirigió el museo, con un proyecto de ampliación que data de 1994. Acota que “los argumentos que básicamente se proponían entonces son los que se han utilizado hasta hoy. La ampliación, entonces, también tenía que ver con remodelación; nuestro auditorio será renovado, que también era parte del proyecto de Gálvez.

Lo de la tienda, el café, las áreas pedagógicas, todo eso son cosas que se han vuelto a retomar. Se ha hecho un estudio, obviamente, para que estén más adecuadas a un museo de arte contemporáneo del siglo XXI.

–¿Habrá una sala exclusivamente para la obra de Tamayo?

–El museo siempre debe tener obra de Rufino Tamayo. Me parece que definir arquitectónicamente el tema para una sala de alguna manera crea una serie de reacciones. Juan Carlos Pereda, curador del museo y especialista en Tamayo, realiza una investigación bastante profunda para hacer una presentación de sus obras, pero también vamos a hacer una línea contemporánea: Tamayo en diálogo con otros temas, artistas, historias, objetos contemporáneos. En 2011 inauguraremos un gran proyecto de Tamayo.

Por lo pronto, el equipo del museo estará ocupado haciendo los movimientos necesarios para adecuar el espacio para estar listos para la ampliación. La tarea más fuerte es el traslado del acervo a una bodega temporal, localizada en otra zona que no será remodelada. El año pasado (La Jornada, 25-IV-09) se manejó un costo estimado de 45 millones de pesos para las obras en cuestión, sin embargo, la entrevistada dijo que aún no está definido el dato.