Familiares de soldados británicos muertos en Irak le gritan asesino
y mentiroso
La decisión que tomé en 2003 la volvería a hacer ahora
, dice el ex primer ministro laborista
Sábado 30 de enero de 2010, p. 19
Londres, 29 de enero. El ex primer ministro Tony Blair dijo hoy que no se arrepiente
de haber derrocado al ex presidente Saddam Hussein, al defender su decisión de involucrar a Gran Bretaña en la guerra de Irak el 20 de marzo de 2003, una decisión que siete años después dijo que volvería a tomar
.
Al final de la comparecencia de seis horas ante la comisión que investiga la invasión, Blair admitió que sentía responsabilidad, pero no arrepentimiento
, por haber contribuido al derrocamiento de Hussein en el contexto de una intervención que se estima dejó 100 mil iraquíes muertos.
Sus palabras fueron acogidas con gritos de asesino
y mentiroso
por dos miembros del público presentes en la sala, entre los que hubo familiares de algunos de los 179 soldados británicos muertos en Irak, donde Londres desplegó 45 mil de sus hombres.
Saddam Hussein era un monstruo que amenazaba no sólo la región, sino también al mundo
, que ahora es un lugar más seguro
, concluyó Blair, quien insistió en que la razón que lo llevó a apoyar la intervención liderada por el entonces presidente estadunidense George W. Bush no fue el derrocamiento del gobernante iraquí, sino sus continuos desafíos a las resoluciones de Naciones Unidas sobre armas de destrucción masiva.
La decisión que tomé, que francamente tomaría otra vez, fue que deberíamos detenerlo si hubiera alguna posibilidad de que pudiera desarrollar armas de destrucción masiva,
, declaró Blair.
Blair argumentó que su cálculo de riesgo
sobre Irak y otros países con posibles vínculos con armas de destrucción masiva o el terrorismo cambió tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 cometidos por Al Qaeda contra Nueva York y Washington.
Bush estableció en su momento un vínculo entre Al Qaeda y el régimen de Hussein.
Uno de los interrogantes que la comisión quiere disipar es qué sabía Blair de la supuesta presencia de armas de destrucción masiva en Irak, que resultó falsa y sirvió para justificar la invasión, y si el gobierno británico incurrió en una violación del derecho internacional al unirse a una guerra sin mandato de Naciones Unidas.
Unos 250 manifestantes se congregaron en el Centro de Convenciones Reina Isabel II, rodeado de fuerte dispositivo policial.
En primera línea, un grupo lucía caretas de Blair con las manos manchadas de falsa sangre que llevaban un ataúd negro en el que se leía precio de la sangre
. Un poco más lejos, una celda precaria encerraba a un falso Blair enfrentado a sus declaraciones falsas
.