Opinión
Ver día anteriorLunes 25 de enero de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
No se acomodaron los toreros
C

uando Federico hablaba del llanto por el torero Ignacio Sánchez Mejías hablaba del toro como el símbolo más claro, más andaluz, más cargado de imágenes del demonio sobre la naturaleza. Pero Federico no se refería en su poesía para nada a los novillitos que han saltado al ruedo de la Plaza México esta temporada y que no tienen que ver con la fuerza bruta del demonio sobre la tierra. La más hermosa y terrible visión para el ser humano. El pensamiento de muerte en los pitones de los toros. Ese demonio que apareció en el coso de Insurgentes la semana pasada y la tarde de ayer. Los toros de San José y Barralva; ásperos, complicados, no fueron la miel sobre hojuelas de la mayoría de las corridas de la temporada. Los toreros o no pudieron o no se acomodaron, el peligro estaba en el ruedo.

Los novillitos que habían aparecido en la temporada eran exactamente lo contrario de los de Barralva y San José. Sinónimos de la bondad franciscana, rodando por el suelo como muertos en vida. Los toritos de la ilusión. La más hermosa y beatífica expresión de la dulzura. Novillos con pitones para nada inspiradores de pensamientos de muerto sólo de caricias acarameladas. Poco a poco, el toro deja de ser la maldad pura y pierde la posibilidad endemoniada de acabar con la vida de un torero. Si, en cambio, el torero apoyado en sus picadores y banderilleros, tiene la posibilidad de acabar con puyazos de los que los novillos no tienen la posibilidad de defenderse. Actualmente, ya ni eso, los novillos pasaban sin picar. Al igual que la cantidad de capotazos que les dan a los novillos por parte de las cuadrillas. Toros difíciles los de ayer, mal picados, mal lidiados, pero que transmitían al tendido su peligrosidad. No fueron los novillos inofensivos, noblones, pastueños, con sus cómodas cabecitas adornadas con cortos pitones.

Como hace ocho días con el par imposible del Zapata, Manzanares calentó la tarde con una soberbia estocada, modelo de perfección en la ejecución y la colocación. Y para no variar, el indispensable torito de regalo que era un novillo de Los Ébanos, que contrastó con los toros lidiados y que además no tenía la mínima clase. Evidentemente nuestros toreros actuales no pueden con los toros de verdad.

“¡Y el toro solo corazón arriba!

El toro ya mujía por su frente”.