Sábado 16 de enero de 2010, p. a15
Mientras la industria de la música enfrenta una nueva transición, para muchos una crisis sin vuelta de hoja, para otros, la inminente desaparición
del disco compacto; para los menos, simple umbral, proceso de adaptación a las nuevas tecnologías, lo único cierto es que sigue apareciendo una cantidad fabulosa de novedades discográficas, entre las cuales se incluye un número considerable de rediciones y ediciones de mediano plazo atrás, como el par de devedés que ahora proponemos.
Al maestro Herbert von Karajan se le pueden atribuir muchas cosas, en tratándose inclusive de un personaje harto polémico. Entre sus aciertos puede considerársele como uno de los inventores
de los conciertos en video. Ejemplo notable es el álbum que conjunta las tres últimas sinfonías de Beethoven, grabadas en distintas épocas.
La versión de la Séptima Sinfonía es un dechado de asombros. Mientras en una época resultaba insólito que un director dispusiera las secciones de la orquesta de manera diferente (la variante más socorrida: los violonchelos al centro y no al lado, alados, las violas afuera), Karajan dispuso a los atrilistas de la Filarmónica de Berlín en tres paneles elevados en pendiente.
Espectacular a la vista, estupefaciente el sonido logrado. No sólo es un asunto escenográfico, entre muchos detalles nada nimios, los atrilistas tocan sin atril, es decir sin partitura enfrente, salvo los que están hasta abajo de la pirámide y guian al resto de las filas de atrás. Un agasajo que culmina en grande con la Novena de Beethoven y un elenco de ensueño: la soprano Gundula Janowitz, la contralto Christa Ludwig, el tenor Jess Thomas y el bajo (que es alto, je) Walter Bery.
Grabado más recientemente (la Séptima con Karajan se hizo en 1968, la Octava en 1990, la Novena en 2005), el álbum Lang Lang Live at Carnegie Hall cuenta con el privilegio de la técnica novedosa de high definition y se enlaza con el bicentenario Chopin, porque en aquel recital de 2004 en el Carne y Frijol (como llaman los melómanos con jiribilla al Carnegie Hall) encantó con Chopin, se lució con Haydn, comenzó con Schumann (otro bicentenario este 2010), asombró con una obra de su paisano Tan Dun y causó delirio y frenesí con las Reminiscencias de Don Juan de Mozart, partitura de Franz Liszt, y enseguida tres piezas de regalo, en una de ellas con la participación del padre de este muchachito maravilla. En los bonus tracks viene precisamente la biografía de Lang Lang, que se antoja de cuento de hadas, pero está lograda con base en disciplina, valentía, responsabilidad. Y mucho talento.