El GDF debe ser sensible ante la escalada de precios
Que haya diferencia con el panismo en el modo de gobernar
on la mejor de las intenciones, suponemos, el gobierno de la ciudad se metió en un brete del que difícilmente saldrá bien librado. Nos referimos, desde luego, a su solidaridad –la de la administración de Marcelo Ebrard– con los habitantes del DF frente a la carestía. Y es que ninguna medida podrá ser lo suficientemente buena para aliviar el golpanazo que se propinó, desde el ámbito federal, pero también local, a las economías de la familia de la capital del país.
Tarde reaccionó la administración de Ebrard. La escalada de precios ya está en marcha. Es verdad que se requieren mayores recursos para enfrentar las necesidades que plantea la ciudad capital, pero también lo es que esta población hace rato camina en el filo de la necesidad, y exigirle más solo causará el inevitable incremento en el número de pobres.
No es posible que, por un lado y en nombre de la modernidad, una parte del DF se transforme y cumpla con la regla que impone la globalización –que entre otras cosas exige mayor recaudación–, y por otra sus habitantes se vean cada vez con menos posibilidades de acceder a los mínimos de bienestar.
En estos días la administración capitalina se ha dado a la tarea de buscar las formas de aliviar la situación –de nada sirve una metrópoli con edificios resplandecientes y llenos de luces si las calles estarán pobladas de seres ensombrecidos por la necesidad–, y se han buscado formas de hacer menos pesadas las cargas fiscales que pesan sobre ella, pero no se quiere, por ningún motivo, retirar o disminuir el cobro en el pasaje del Metro que sería a todas luces, el mejor remedio.
En el año que recién terminó, el gobierno regresó millones de pesos a los más grandes causantes en la ciudad; es decir, a las grandes empresas, que en poco o en nada ayudan, por ejemplo, a crear más empleos, pero levantan ganancias riquísimas, y en cambio aumenta el cobro a un medio de transporte que sí resultaba, en su tarifa, una ayuda a las clases bajas y medias que lo usan constantemente.
Ayudar a los millones de capitalinos reduciendo la tarifa en el Metro seguramente sería una medida calificada de inmediato como una respuesta populista por los amantes del proyecto neoliberal, pero sería hartamente aplaudida por todos los capitalinos, sean o no viajeros del Metro, pues mostraría la cara solidaria de su gobierno con la necesidad de los más.
Seguramente eso no ocurrirá porque ni siquiera se piensa en ello, pero sería bueno que se reconsiderara. Por lo pronto, ampliar los plazos de pago, zonificar el pago de impuestos y otras medidas en la misma línea mostrarán buena voluntad, pero también mezquindad.
Todo el mundo sabe que parte de la decisión de las autoridades del DF para aumentar la tarifa en el Metro tiene que ver con los cada vez menores recursos que el gobierno federal traslada hacia la capital. Todo el mundo sabe también que Felipe Calderón y el panismo en general golpean, siempre que pueden a la población defeña, y por eso mismo Marcelo Ebrard tendría que mostrarse más solidario y sensible que nunca con sus gobernados, entre otras muchas cosas, para que se entienda la diferencia.
De pasadita
El sábado que pasó algunos vecinos de la Condesa miraron al secretario de Desarrollo Social del Gobierno del DF entrar a las oficinas que tiene Marcelo Ebrard en esa colonia. Muchos levantaron la idea de que ésa sería la entrevista que marcaría la salida de Martí Batres del gabinete de Ebrard, pero, hasta donde se supo, la reunión transcurrió sin mayores problemas, pero muy enfocada en los programas y proyectos que para esa oficina requiere la ciudad.
Batres, hasta donde se nos dice, desde entonces se halla en la elaboración de algún proyecto que le fue encargado por el propio jefe de Gobierno, y que le tendrá bien atareado por un buen tiempo. Eso es lo cierto.