Panacato
Activismo sotanero
Adopciones polémicas
Golpear a la izquierda
n los hechos ya está funcionando una especie de Partido Nacional Católico (Panacato). Esta organización política no busca la toma directa del poder, sino el ejercicio de presiones, chanta- jes y vetos que le ayuden a cerrar el paso a alternativas electorales molestas (en general, la izquierda; en particular, el PRD y sus imprecisas posibilidades de re- cuperación en 2012) y consolidar alianzas con las opciones que le son redituablemente cercanas, en este caso no el PAN desfondado que no parece tener futuro co- micial inmediato, sino la pragmática fuerza priísta que tiene nichos especialmente labrados en el pío corazón de líderes panacatos de altos vuelos como el púrpura doctor (en teología) N. (PRI)vera.
Los sigilosos cuadros directivos de la iglesia hecha partido han realizado una exitosa labor de cabildeo en todo el país para ir cercando, de la provincia a la capital, la insurrección chilanga que osó ampliar el periodo en que las mujeres pudiesen tomar la decisión soberana de interrumpir un embarazo no deseado. Obispos, arzobispos y cardenales, en su papel activo de terrenos hombres de poder, han realizado reuniones discretas con otros políticos definitorios para acordar votaciones en congresos estatales que cierren las puertas locales a las posibilidades de contaminación del ejemplo proveniente de la ciudad de México y para crear las condiciones procesales suficientes para tratar de echar abajo la normatividad capitalina mediante la interposición de recursos federales habilitados por el hecho de que la mayoría de las legislaturas locales se han pronunciado en un sentido adverso a lo aprobado por la asamblea del Distrito Federal.
Esa milagrosa demostración de práctico poder político abonó el camino para una segunda etapa de consolidación del antes citado Panacato, cuando el órgano legislativo de la capital del país aprobó la celebración de matrimonios entre personas del mismo sexo y, en un aceleramiento táctico que quiso quemar etapas, incluyó en esas nuevas disposiciones del estado civil de las personas la aún más polémica disposición de que esas bodas entre homosexuales tuviesen entre sus facultades la de adoptar pequeños. Fue este punto, el de las adopciones, el que permitió a los curas la toma de una nueva bandera incendiaria de conciencias conservadoras. Las llamadas bodas gay no hubieran causado tal revuelo duradero y trascendente en contra como el adelantadísimo paso de las adopciones.
De los cabildeos casi en secreto contra el aborto, los vaticanos cuadros directivos del Partido Nacional Católico han pasado a la ofensiva abierta con el pretexto de los citados prohijamientos. El presidente del comité nacional del Panacato, el antes mencionado doctor Rivera, ha hecho larga y encendida exposición de motivos mediante carta leída por uno de sus voceros en una de las principales sedes de esa organización política, la Catedral de la ciudad de México. En esencia, el cuasi senador vitalicio de nombre Norberto ha reiterado la doctrina de la supremacía del derecho divino sobre el terreno y de la justificada acción rebelde de los creyentes eclesiásticos contra las disposiciones legales emitidas por perversos políticos institucionales.
La guerra santa decretada por el poder episcopal tiene entre sus objetivos directos al jefe de Gobierno capitalino, el precandidato presidencial Marcelo Ebrard, al que un veto expreso y militante del partido católico le dejaría sin viabilidad, y a esa masa aún informe que constituye la izquierda electoral y en especial su vertiente numéricamente mayor, el PRD, cuyo dirigente formal, Jesús Ortega, ha anunciado necesaria retirada del escenario bélico buscado por la elite católica. De funcionar el golpe de aguas benditas, el Panacato habrá debilitado y chantajeado a la izquierda electoral y habrá cerrado filas con un priísmo al que cree predestinado al triunfo pinolero en 2012. No lo dice El Quijote, pero una extraña tradición impostora le ha adjudicado la frase de que con la iglesia se ha topado. Por lo pronto, los mexicanos se han topado con una reformulación apenas disimulada del Partido Católico Nacional que en mayo de 1911 fue fundado y tuvo a Gabriel Fernández Somellera como primer presidente y Dios, Patria y Libertad
como lema. Di- cho PCN fue desaparecido por la fuerza de la nueva letra legal emitida en Querétaro en febrero de 1917. Pero ahora, en los tiempos vacíos de poder político civil, frente a las nimias y explicablemente timoratas celebraciones oficiales de bicentenarios y centenarios, con el pueblo asustado y angustiado ante ejecuciones sanguinarias cotidianas y crueldad fiscal y económica en su contra, los habilidosos jefes del poder con sotana creen llegado el momento de luchar abiertamente por una contrarreforma. ¡Cristo Rey nos tome confesados!
Astillas
La muerte de integrantes de la familia Saba se suma a otros accidentes aéreos en que la tecnología de punta es vencida o los factores humanos parecen haber fallado. Es de esperarse que las investigaciones federales del caso, iniciadas por la PGR, den suficiente luz sobre las causas de la tragedia. La relevancia económica de los fallecidos ha hecho que los medios de comunicación destaquen esas muertes de entre el cúmulo diario de pérdidas casi anónimas de vida; también se ha producido una cascada de loas a la actividad empresarial de miembros de esa poderosa familia, como el difunto, con una ausencia circunstancial de contexto y crítica a los factores de desigualdad económica que provocan la salvaje concentración de riqueza en unos cuantos... Y, mientras sigue la feria de oportunismos, desmemoria e inconsistencia ideológica de las izquierdas
a la hora de postular candidatos a las gubernaturas que el dinero y las trampas elegirán este año, ¡hasta mañana, en esta columna que se niega a decir Heineken a la hora de brindar con cerveza, así sea para celebrar que México está en el séptimo lugar de la Base de Datos de la Felicidad en el Mundo!
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