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El pintor restaurará el conjunto de paneles

Alegoría de Jovel no agita el alma: hay color sin estridencias”: Jurado
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 11 de enero de 2010, p. 9

San Cristóbal de Las Casas, Chis., 9 de enero. La composición es fundamental, es lo básico, sin eso no existe la pintura, afirma Carlos Jurado, artista que nació en esta ciudad el 3 de noviembre de1927. 

El pintor llegó a esta ciudad para restaurar los murales que pintó en las instalaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Chiapas, entre 1991 y 1992, conjunto de ocho paneles (120 metros) llamado Alegoría de Jovel.

Por muy finamente que estén tratados los elementos, si no están bien compuestos en el espacio adecuado, en el espacio que tienes que manejar, fracasas. En el universo todo está en su lugar, todo está equilibrado y compuesto matemática y geométricamente. Eso lo entendieron los egipcios y las culturas prehispánicas.

Alegoría de Jovel (nombre antiguo de San Cristóbal de Las Casas) contiene múltiples sugerencias: el arco iris en las manos de un hombre (los colores en sus manos), los frutos cultivados, el unicornio, un avión, un barco, instrumentos musicales y mitos religiosos e históricos. No hay una secuencia, sino, más bien, una simultaneidad de tiempos.

“Una mujer indígena que va caminando está rodeada de ciertos elementos que confluyen en nuestra cultura: unos leones, un barquito que viene volando: el nuevo concepto de la cultura occidental, la tecnología, pero a la vez también sugiere los juguetes populares. Por otro lado, ves una iglesia, la parte de España; unas columnas derruidas; un montón de sugerencias, no tan simples.

Obviamente vas a encontrar anacronismos, cuando no coinciden los tiempos, una simultaneidad de tiempos en un solo cuadro, para mí que ése es el verdadero surrealismo: amalgamar tiempos distintos que en un momento confluyen en un grupo de imágenes.

En realidad, el conjunto es sobrio, son pocas figuras con muchos significados. En la Alegoría de Jovel está el color de las montañas, el color también está en los frutos, en las iglesias, en la juguetería popular. “Hay armonía –dice Carlos Jurado–, creo que hay color, pero no hay estridencias. El manejo del color es muy complejo, no quiere decir que pongas un rojo muy vistoso, un azul relampagueante, cegador: tiene que haber una discreción en el empleo. Pueden estar todos los colores, pero en una armonía que produzca un efecto de paz en el espectador, de tranquilidad, que no agite el alma. Cada quien usa el color de manera diferente”.

Carlos Jurado estudió en la Escuela Nacional de Pintura La Esmeralda con Antonio Ruiz, El Corzo, y con María Izquierdo; colaboró en el Taller de Gráfica Popular y en la década de los años 50 del siglo XX formó parte del equipo creador del teatro comunitario Petul (con Rosario Castellanos, Marco Antonio Montero y Carlo Antonio Castro) en el Instituto Nacional Indigenista. Fue fundador de la Facultad de Artes Plásticas, de la licenciatura en Fotografía y del Instituto de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana.

Misterios poéticos

Su trabajo es ampliamente conocido con la fotografía estenopeica, trabajo que se distingue –afirma– por el propio proceso que involucra: “la falta de un lente provoca que las imágenes que se captan de este modo tengan una presencia diferente a la de una imagen tradicional.

La posibilidad de captar ángulos muy abiertos y otra serie de factores hacen que las imágenes que produce el estenopo tengan cierto halo misterioso, hay algo de extraño, algo vaporoso en la imagen. Un misterio poético.

En 2009, la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas publicó la tercera edición de El arte de la aprehensión de las imágenes y el unicornio. El libro ejerce sobre mí, desde que lo tengo, una doble fascinación, pues es a la vez un tratado y una fábula, escribió Salvador Elizondo.

Escrito e ilustrado por Jurado, en su doble capacidad de fotógrafo y pintor, “la fábula del unicornio es como la envoltura literaria en que se despliega un intento por sondear hasta sus orígenes elementales la razón de ser y la descripción fenomenológica del proceso por el que se realiza el acto fotográfico. La fábula literaria sirve para ilustrar mediante los símbolos alquimísticos el proceso de la captación de la imagen que se forma en el interior de la camera obscura. El unicornio sólo puede ser capturado por doncella. El unicornio es la imagen; la doncella es la película virgen, la cámara oscura es el aposento cerrado de la doncella. El unicornio penetra en el aposento de la doncella por una perforación que ha practicado con su cuerno. Esto por lo que toca a la fábula, cuya enseñanza es la de que sin el conocimiento del fenómeno fotográfico en sus aspectos fotomecánicos y fotoquímicos elementales, ambos bastante sencillos de entender, tampoco es posible establecer una tabla de valores estéticos a los que la fotografía se adscriba”.