socialmente no condenado
Domingo 3 de enero de 2010, p. 25
Debido a la violencia de pareja muchas mujeres presentan severos problemas de salud mental como ansiedad, fobia y depresión, que en ocasiones las conducen al suicidio, revelaron investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
María Carolina Agoff, especialista del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM, sostuvo que las mujeres que padecen violencia (física o sicológica) en sus relaciones (de noviazgo, conyugal o convivencia) también presentan sentimientos de vergüenza y culpabilidad que les impiden buscar ayuda y hacer pública la situación que enfrentan.
Datos de la Encuesta Nacional sobre Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2006, aplicada por los institutos Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y Nacional de las Mujeres (Inmujeres), revelan que 35 por ciento de las mujeres casadas o en una relación sufrió algún tipo de violencia en los 12 días previos al levantamiento del estudio.
Las jóvenes también son víctimas de esta problemática, se indica en la Encuesta Nacional de Violencia en las Relaciones de Noviazgo, aplicada por el Instituto Mexicano de la Juventud. Muestra que 61.4 por ciento de las chicas de entre 15 y 24 años ha sido víctima de golpes, bofetadas, patadas, riesgo de quemaduras, ataques con armas, intentos de estrangulamiento y violencia sexual por parte de su pareja.
La investigadora del CRIM destacó que este problema tiene origen en las desigualdades de poder entre géneros. Además de que conduce a las mujeres a desventajas sociales y económicas.
Subrayó que hay diversas variables que predicen el riesgo de sufrir violencia de género: hay una tendencia a que la física aumente en la medida en que el estrato socioeconómico disminuye. Mientras la violencia sexual, emocional y económica decrecen cuando se incrementa la escolaridad de las mujeres.
Agregó que haber sido testigo de violencia entre los progenitores durante la infancia o haberla padecido en esa etapa, son elementos que incrementan las probabilidades de que las mujeres sean víctimas del problema y los hombres la ejerzan.
Estas conductas dentro del hogar constituyen un grave peligro para el desarrollo emocional y cognitivo de los menores. Predispone a las personas a recibir y tolerar violencia a lo largo de la vida y ejercerla contra otros como un patrón internalizado de relación, socialmente no condenado.