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En febrero comenzará a circular una nueva publicación mensual para ojos curiosos

El Morbito: literatura disfrazada de periodismo sensacionalista

En el proyecto, dirigido a niños y jóvenes, las ilustraciones tendrán el mismo peso que los textos

Busca combatir la idea de que la lectura debe ser una obligación y no un placer

Foto
Ilustración No hay lugar seguro, de Mario Rosales, que aparece en el número cero de El Morbito
 
Periódico La Jornada
Domingo 3 de enero de 2010, p. 6

Todos buscamos el placer y rehuimos el deber. Pero hay ocasiones en que lo placentero se convierte, por una serie de malosentendidos, en obligación. El mejor ejemplo es la lectura y, más específicamente, la lectura para niños y jóvenes. Por todos lados escuchamos: Leer es bueno, debes leer. No, leer no es bueno. Leer es un placer.

Partiendo de esa convicción, cuatro ilustradores y escritores mexicanos (Mario Rosales, Abril Castillo, Jorge Mendoza y Anabel Prado) presentan El Morbito. periódico para ojos curiosos, publicación mensual dirigida a niños, niñas y jóvenes, pero que también busca atrapar a todo aquel lector que, sin importar su edad, se resiste a aceptar que la buena literatura debe prescindir de las imágenes e ilustraciones que nos cautivaban cuando éramos pequeños.

El Morbito pretende reivindicar la literatura en la cual ilustración y texto forman un conjunto indivisible. Una lectura en la que las imágenes potencian el significado de las palabras, en vez de ser meros comparsas prescindibles. Y qué mejor manera de hacerlo que mediante ese formato en que palabra e imagen conviven de manera natural: el periódico.

Nadie se resiste a lo desconocido

Por ello, El Morbito disfraza la literatura contenida en sus páginas de periodismo: más aún, de periodismo sensacionalista.

Tómense como ejemplo los titulares de su número cero, dedicado –no podía ser de otra manera– a la oscuridad: ¿Sombras nada más?, encabezado superpuesto a una ilustración a plana entera y a todo color de un niño con expresión de espanto arrebujado entre las sábanas; Vino el Coco y se los comió, cuyo fondo es una sombra siniestra que se ciñe sobre dos inocentes criaturitas; Sepultado bajo el Azteca, y vemos una mano de alguien (¿o algo?) que pugna por salir de las profundidades del coloso, y así, sucesivamente.

La intuición que se esconde tras los estrambóticos encabezados es que el placer que produce la literatura proviene de una buena historia, aquella en la que el lector pregunta impacientemente ¿Qué sigue?. Y, también, que el morbo (la curiosidad por lo desconocido e impactante) es lo que lo impulsa a no dejar el libro (o el periódico) antes de llegar al final.

La concepción de la lectura como medicina y la percepción tan común de que leer es aburrido no son dos fenómenos aislados; por el contrario, ésta es consecuencia de aquélla. Ambas oscurecen el hecho de que el acto mismo de leer es sólo un medio para alcanzar un fin: deleitarse con una buena historia.

Y si una certeza podemos tener en esta vida es que nadie escapa al embrujo de una buena historia; aún no ha nacido quien pueda escuchar las palabras “¿Ya te enteraste…?” y permanecer indiferente.

A sabiendas de que esto es así, cada una de las historias que componen el número cero de El Morbito se adapta a la perfección a aquellas palabras mágicas (¿Ya te enteraste que el Coco se comió a los gemelos Esparza?). Ya sea leídos en voz baja, o bien recreados en voz alta por algún espontáneo cuentacuentos, los relatos de este periódico para ojos curiosos obrarán el prodigio de retrotraer al lector-oyente a los tiempos primigenios en que nuestros ancestros, para protegerse de lo que más temían, no encontraron mejor arma que narrarlo una y otra vez.

El Morbito empezará a circular regularmente a partir de febrero en puestos de periódicos, librerías y locales cerrados. Por lo pronto, el número cero puede conseguirse escribiendo a [email protected]. Su sitio de Internet es www.elmorbito.com