El mes pasado se lanzó Solitario y solidario para recordar al filósofo
Domingo 3 de enero de 2010, p. 4
París, 2 de enero. Para Albert Camus no sólo la vida era absurda: tampoco su muerte, hace 50 años, pudo ser más ridícula.
El automóvil en el que el escritor y filósofo viajaba a París como acompañante chocó el 4 de enero de 1960 contra el único árbol que había en el camino, después de que reventara un neumático trasero. Camus tenía 46 años.
La pregunta por el sentido de la vida erigió a Camus en filósofo del absurdo y la rebeldía, y su sublevación contra lo absurdo del mundo lo moldeó como el inconformista que aún hoy tiene millones de seguidores. Entre ellos, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien hace poco propuso trasladar la sepultura del escritor al famoso Panteón parisino, con motivo de la conmemoración del 50 aniversario de su fallecimiento.
Pero la propuesta del mandatario francés generó críticas enérgicas porque, en vida, Camus rehuyó cualquier subordinación y homenaje.
No le gustaban los homenajes. Sólo aceptó el Premio Nobel de Literatura en 1957 por motivos financieros
, explicó su hija Catherine, quien a comienzos de diciembre de 2009 publicó un libro sobre su padre.
El título Solitaire et solidaire (Solitario y solidario) expresa dos lados esenciales de su progenitor, los cuales lo marcaron como un marginado entre los intelectuales franceses.
Pacifista, crítico del fascismo
Camus era alguien comprometido con la política, al tiempo que rechazaba un pensamiento posicionado en un solo espectro ideológico.
Detestaba la violencia, también aquella que era usada para imponer objetivos políticos. Criticaba el fascismo, tanto el español como el alemán, así como los campos de trabajos forzados en la Unión Soviética de Stalin.
Como redactor jefe del periódico clandestino de resistencia Combat condenó el lanzamiento estadunidense de la bomba atómica sobre Hiroshima y la represión del levantamiento húngaro en 1956, por parte de los soviéticos.
Debido a su humanismo sensato y su posición anticolonialista en la guerra de Argelia, finalmente fue excluido del Partido Comunista.
Su ensayo crítico hacia el comunismo, El hombre rebelde, fue para la izquierda una señal definitiva de que Camus se había convertido en un disidente reaccionario y derivó en el quiebre de la relación amistosa e intelectual que lo unía a Jean-Paul Sartre y muchos amigos de antaño.
Lo que Sartre y muchos otros intelectuales calificaban burlonamente como moral de Cruz Roja
y República de las Bellas Almas
, formó la base de la filosofía existencial de Camus, que honra la inviolabilidad del ser humano y prevé la posibilidad de mejorar la vida absurda
cuando el ser toma su destino en sus manos y no sigue ciegamente doctrinas prefabricadas.