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La antropóloga estadunidense Helen Fisher estuvo en México para promover sus libros

El amor romántico es una de las sustancias más adictivas que hay

Extraña a la experta la poca investigación científica que se ha hecho sobre el tema

La reacción bioquímica de este sentimiento es similar a la que produce la cocaína, afirma

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Según Helen Fisher, el arte se ha ocupado más del amor romántico que los científicos. En la imagen, una representación de Eros, que se ve estos días en el Museo del Arte Cicládico, en AtenasFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Jueves 31 de diciembre de 2009, p. 2

Nada tan maravilloso ni al mismo tiempo tan despiadado como el amor, sostiene la antropóloga estadunidense Helen Fisher, una de las más importantes autoridades en ese tema a escala internacional, merced las dos décadas de investigación que le ha dedicado.

Varios de sus hallazgos y conclusiones han sido ya difundidos por la especialista en conferencias y publicaciones, entre ellas el libro El primer sexo, pero fue sólo con la aparición del volumen ¿Por qué amamos? (editorial Taurus) cuando pudo ofrecer un panorama más amplio y detallado sobre los motivos que yacen detrás de ése, acaso el más complejos y maravilloso de los sentimientos humanos.

Si bien la aparición de ese texto se remonta a 2005, Susan Fisher visitó México hace unas semanas para recién promocionarlo en el país, lo mismo que hizo con el ya citado El primer sexo, aparecido en 2000, el cual versa sobre cómo es cada vez más intensa la incorporación de la mujer en la dinámica económica y política en el mundo contemporáneo.

En entrevista con La Jornada, Helen Fisher no duda en hacer suyo ese lugar común que sitúa al amor como el motor de la sociedad humana, al tiempo que asegura que, desde el punto de vista científico, se trata de una droga, una adicción.

Siempre he considerado que el amor romántico es una experiencia muy poderosa; las personas viven a través del amor, matan por amor, mueren por amor. Alrededor del mundo son incuantificables las producciones humanas relacionadas con él: música, poesía, pinturas, mitos y leyendas, explica.

“Es, entonces, una de las experiencias más poderosas que tiene el ser humano, y algo muy importante, porque permite enfocar la energía del apareamiento en sólo una persona a la vez.

Desde una perspectiva darwiniana, la persona con la que uno decide tener sus hijos es muy importante para el futuro de su ADN; es una de las decisiones más importantes que cualquier persona toma en su vida.

La autora se dice sorprendida de que, no obstante la importancia de este sentimiento en y para la vida del individuo y de una sociedad, sea un tema que a la fecha ha sido más abordado y tratado por el arte que por la investigación científica.

Me impresionó que la gente no reconociera cuán imprescindible es el amor para la vida de las personas y de una sociedad, apuntó.

Siempre se trata de entender la genealogía del enojo, la depresión o el miedo, pero se asume el amor romántico como algo sobrenatural, a pesar de que los índices de criminalidad asociados a la pasión sean muy altos. El amor, pues, es un asunto nada banal, ni trivial.

Para Helen Fisher, quien ha abordado el amor desde los puntos de vista científico, sociológico y antropológico, resulta un profundo error esa concepción que ubica a ese sentimiento como una invención o un producto social. También rechaza que se trate sólo de un pretexto para poder dar cauce al impulso o el deseo sexual.

Mucha gente ha pensado que es sólo un invento de los trovadores del siglo XI en Francia. Pero ésa no deja de ser, por sí misma, una idea muy romántica en torno del amor. Claro que el amor es un proceso natural, cuyos orígenes son milenarios y que ha ido de la mano de la evolución del ser humano. Se encuentra instalado, de hecho, en las estructuras mentales, comenta.

Si algo he aprendido de los experimentos es que el amor romántico es un impulso, una llave para la procreación; no es un impulso sexual. El deseo sexual te lleva a una búsqueda de diversas parejas, y el amor romántico te permite enfocar o concentrar tu energía procreadora en un solo individuo al mismo tiempo.

De acuerdo con la antropóloga, el amor romántico es una de las más poderosas sensaciones en la Tierra. Sostiene que a partir de los muchos años que tiene de investigar el cerebro humano y estudiar esta locura puede afirmar que la reacción bioquímica que ese sentimiento detona en una persona es similar o la misma que la de una droga, como la cocaína.

Pero el amor romántico es mucho más barato que la cocaína. El amor romántico es una obsesión. Él posee, toma, hace suya a la persona; provoca la pérdida de la noción de uno, impide pensar en otra persona que no sea el ser amado, está morando en la cabeza. El amor es salvaje y la obsesión puede empeorar cuando la persona es rechazada por el ser al que ama, prosigue.

El cerebro de una persona enamorada activa también la región en la que se analizan las ganancias y las pérdidas; es donde se gesta la sensación de riesgo. Encontramos asimismo actividad en otra región asociada con el apego profundo a otro individuo.

A decir de Helen Fisher, no es de maravillarse que la gente sufra alrededor del mundo por amor y que se susciten varios crímenes pasionales, al ser un sentimiento sumamente posesivo y adictivo, cegador.

Platón es, en mi opinión, quien mejor resume el amor romántico. Hace más de 2 mil años, él dijo: el dios del amor vive en el estado de la necesidad. El amor es entonces una necesidad, una emergencia, un desequilibrio homeostático, como el hambre y la sed, subraya.

“Es casi imposible apaciguarlo, extinguirlo. Según mis estudios, es también una adicción. Una adicción perfectamente maravillosa cuando nos va bien y terriblemente devastadora e insoportable cuando nos trata mal.

Posee todas las características de una adicción: uno se concentra en la persona amada, piensa obsesivamente en ella, la anhela, la ansía; se distorsiona la realidad y se tiene la voluntad de correr enormes riesgos para ganarse a esa persona. Éstas representan las tres características principales de una adicción. El amor romántico es una de las sustancias más adictivas que existen en el planeta.