La ópera El gallo, de Claudio Valdés Kuri, conjugó a seis actores-cantantes-bailarines
Destacaron las puestas en escena de Don Giovanni y Egmont, a cargo de Mauricio García Lozano
Miércoles 30 de diciembre de 2009, p. 5
Por la amplitud y relevancia de trabajos realizados durante 2009 en el ámbito teatral en México, son diversos los creadores escénicos que de manera individual podrían ser mencionados como los más destacados del año; sea como dramaturgo, director, actor o escenógrafo, toda vez que el arte teatral es un trabajo colectivo.
Más allá de los creadores considerados como consagrados, en esa lista bien podrían aparecer a Jorge A. Vargas y Alicia Laguna, quienes encabezan el colectivo Teatro Línea de Sombra; a David Olguín, Ximena Escalante, Édgar Chías, Daniel Giménez Cacho, Mauricio Jiménez, Iona Weissberg, Alberto Lomnitz, Antonio Zúñiga, Lourdes Pérez Gay y Lucio Espíndola, entre muchos otros; cada uno con identidad propia y en consecuencia con aportes estéticos singulares.
A reserva de los juicios y méritos estéticos de otros creadores, valdría destacar a Claudio Valdés Kuri, cuyas propuestas teatrales son actualmente de las más reconocidas a escala nacional e internacional, y quien junto con el compositor británico Paul Baker, estrenó en 2009 El gallo, ópera en la que participó un extraordinario elenco de seis actores-cantantes-bailarines.
Aunque en breve temporada, éste fue quizá uno de los montajes de mayor relevancia, por su sensibilidad, inteligencia y humor, en el que se conjugó música, teatro y danza.
Otro creador que podría también mencionarse en el sentido de que en 2009 vio consolidada su trayectoria, es el director y docente universitario Mauricio García Lozano (ciudad de México, 1970), quien pertenece a una generación de creadores escénicos que paulatinamente se ha incorporado a proyectos cada vez más ambiciosos.
Desde que en 1998, con el grupo Teatro del Farfullero, fue reconocido de manera profesional por el montaje Las tremendas aventuras de la capitana Gazpacho o de cómo los elefantes aprendieron a jugar canicas, opera prima de Gerardo Mancebo del Castillo (1970-2000), obra que en su momento sirvió como punto de referencia para algunos actores que, bajo la dirección de García Lozano, tuvieron un trabajo en el que el despliegue escénico osciló entre la explosión de las emociones y el delirio; hasta los dos proyectos más recientes con los que concluyó el año.
Además de otros trabajos escénicos en los que participó durante el año que termina, destacan por su producción y dimensión para la escena nacional dos importantes proyectos en los que García Lozano conjugó su pasión por la música y el teatro: el montaje de la ópera Don Giovanni, de Mozart, trabajando en conjunto con el director musical británico Philip Picket, y el otro, cuando invitado por la Compañía Nacional de Teatro montó Egmont, de Goethe, con traducción de Juan Villoro y dirección musical de Fernando Lozano, al frente de la Orquesta Sinfónica de Jalapa.
Temas históricos y mitológicos
El guionista y dramaturgo Flavio González Mello es otro creador que se ha distinguido por su singular tratamiento estético de temas históricos del país y mitológicos universales. Es autor de 1822, el año que fuimos imperio, y Olimpia 68, entre otras obras. Durante 2009 se llevó a cabo el estreno de Edipo en colofón, puesta en escena de la Compañía Nacional de Teatro, con un reparto de 25 actores y música en vivo.
En el ámbito internacional destacó la noticia del fallecimiento del dramaturgo y director brasileño Augusto Boal, creador del denominado Teatro del Oprimido (La Jornada, 04/05/2009). Boal, quien fue un feroz opositor para la dictadura que gobernó Brasil entre 1964 y 1985, tuvo siempre como afán hacer accesible el lenguaje teatral como método pedagógico y forma de conocimiento para la transformación de la realidad social.
Fue un creador comprometido, sensible y preocupado por los individuos o grupos sociales que por razones políticas, económicas, culturales, de raza, género o preferencia sexual se encuentran explotados o excluidos de sus derechos.
Boal, a partir de la idea de que cada persona es capaz de observar la situación y de observarse a sí misma en situación
, hacía participe activo al espectador de la ficción teatral, subiéndolo al escenario junto con los actores, para que inventasen su futuro o reflexionen sobre su situación cotidiana para así transformarla.